Es cíclico, la verdad, pero hay que reconocer que el debate sobre los presupuestos canarios de este año trae jugosas novedades con respecto a anteriores ediciones. No nos referimos a las costosas páginas de publicidad que Onelio Ramos, del Partido de Gran Canaria, está publicando en los diarios para hablar de lo que considera un atraco a mano armada a la Tamarán toda por parte de la Nivaria perversa. Que también. No nos referimos a esas descompensaciones, ni a las partidas innominadas, ni a los agujeros negros interminables. Nos referimos a cuestiones mucho más sibilinas, más para iniciados, como las que nos han hecho llegar cariñosamente para que aprendamos algo nuevo cada día. Por ejemplo, es absolutamente novedoso que el proyecto de presupuestos recoja el subconcepto “fondo de insuficiencia financiera”, que parece especialmente diseñado para el Servicio Canario de Salud y que refleja, salvo mejor saber y entender, que hay “una insufiencia financiera”, que faltan perras, o algo así. Por no hablar de la ley de suplemento de crédito, que irá este jueves al Parlamento de Canarias, y que contempla ese pedazo de disposición adicional por la cual se autoriza al Gobierno a detraer de los capítulos de inversiones reales y transferencias de capital de 2002 el dinero que considere necesario, oportuno y suficiente para cubrir, atención, ¡los gastos de personal y los gastos corrientes en bienes y servicios! Es decir, los gastos que se suponen mejor controlados y previsibles de unos presupuestos. Contemplando ambas medidas no cabe otra salida que preguntar por la marca de la calculadora del que hizo los números de la Comunidad.