Porque Guillermo Guigou, recordamos para los más jóvenes y/o desmemoriados del lugar, fue la mano derecha de Soria cuando éste comenzó a hacerse cargo del Partido Popular de Canarias allá por 1999, cuando José Miguel Bravo de Laguna vio que el suelo se abría bajo sus pies y un pujante alcalde de Las Palmas de Gran Canaria venía pisando fuerte con intenciones nada pacíficas. Fue entonces cuando Soria ascendió a la presidencia regional y nombró a Guillermo Guigou secretario general del partido, su mano derecha, vamos. Guigou estuvo tan solo unos meses en ese cargo porque su presidente regional le encargó otra delicada tarea, hacerse cargo de la organización en Tenerife, presidencia que pasó a ocupar, previo congreso, el doctor Guigou en 2000. El tándem Soria-Guigou barría, porque tras apear a Bravo de Laguna de la dirección regional, se enfrentó con éxito a los Ignacios (González y demás yerbas) tanto en el siguiente congreso regional como en el insular de Tenerife. El doctor Guigou hizo un trabajo impagable por Soria, que lo premió metiéndolo en varias ocasiones en el Gobierno de Canarias en uno de los tradicionales pactos con Coalición Canaria. Así, Guigou fue viceconsejero de Pesca, director general de Drogodependencias y hasta consejero de Agricultura. Antes, en el 95, fue primer teniente de alcalde de Santa Cruz de Tenerife por el PP. Pero cayó en desgracia, como ha pasado a otros históricos del PP que se han tropezado con Soria: Alfonso Soriano, Ángel Isidro Guimerá, Fernando Fernández, Paulino Montesdeoca, Víctor Jordán, Ángel Llanos o, resistiendo como solo un tipo libre puede hacerlo, Miguel Cabrera Pérez-Camacho.