Anda el PSOE conejero subiéndose por las paredes con los numerosos gestos que provienen del poder, recuperado por las bravas (pero muy democráticamente) por los patrocinadores de la corrupción de Lanzarote. Que si una querella de Astrid Pérez contra Carlos Espino; que si Cándido Reguera perdiendo los calzones por agradar a Cortezo en el islote del Francés; que si a ver cómo legalizamos los veinte hoteles carne de piqueta... Luego están los detalles menores, que aunque parezcan insulsos tienen su importancia. El consejero de Obras Públicas del Cabildo, Fabián Martín, ha ordenado a un particular que retire de inmediato unos tubos apilados al borde de una carretera, al tiempo que ha concedido un plazo de quince días a su propio partido, el PIL, para retirar los pirindolos y las banderas que le prestó Coalición Canaria para su reciente congreso. Lo curioso, según ha denunciado el PSOE, es que los informes de los técnicos son demoledores: las tuberías del particular “pueden suponer riesgo para la seguridad de la circulación”, y los pirindolos del PIL “ya han supuesto riesgo en la seguridad del tráfico rodado”.