Todo el PP canario contiene la respiración durante esta semana que comienza. Y no solamente por ver qué grado de credibilidad tendrá Mariano Rajoy en su estreno como aspirante a presidir el Gobierno, ni por comprobar cómo encajarán los españoles las duras medidas que se supone que habrá de anunciar. La expectación también está concentrada en el viernes, día para el que se prevé de a conocer la alineación con la que afrontará la primera parte de la Liga, una dura Liga de cuatro años de duración con complejos retos que conllevarán durísimas medidas, calculen que el doble de las que tuvo que asumir Zapatero pero con la ventaja de ser nuevo (¿nuevo?) en la plaza y con el respaldo de diez millones y medio de votantes. Si finalmente José Manuel Soria forma parte del once inicial, en Canarias habrá una reacción automática: se abrirá el melón sucesorio y los atorrados que esperan ese feliz acontecimiento darán a conocer sus planes con previo enaltecimiento y agradecimiento por los servicios prestados. Si Soria, por el contrario, no entra en el Gobierno y ha de conformarse con la pedrea, todo hace pensar que se negará a soltar la presidencia regional, lo que remitiría a los aspirantes a un segundo momento, el del Congreso Nacional del PP, en febrero de 2012, en el que podría pasar a formar parte de la dirección nacional del partido y, por tanto, cambiar baronía territorial por poder efectivo en Génova.