Dolores Arocha lleva más de veinte años actuando como liberada sindical en el centro de TVE en Canarias, un lugar de privilegio desde el que ha conseguido someter a más de un director regional del ente. Su poder es indiscutible porque, en los tiempos de vacas gordas, cuando RTVE era un coladero de enchufados, lograron entrar en plantilla más trabajadores por la puerta de atrás que por las preceptivas oposiciones. Pero llegó la crisis económica, los recortes y la reestructuración, y con ellos el fin de algunos (muy pocos) privilegios. Uno de los afectados ha sido un sobrino de la sindicalista, que había sido contratado como presentador de un magazine en la modalidad de contrato artístico y con un salario de 4.500 euros al mes. Arocha trató de convencer sin éxito a la directora de TVE-Canarias para que permitiera pasar al chico a la categoría de redactor, para lo cual llegó a pedirle que le encargara reportajes, de modo que, ante una posible demanda laboral, hubiera pruebas de ese desvió de funciones. Lourdes Santana se negó y al presentador no se le renovó el contrato. Hubo demanda laboral con reclamación de nulidad, pero la sentencia sólo concedió improcedencia del despido.