Al PP le deben poner mucho los papeles del Cesid, porque de ellos siempre sacó mucho provecho. De ahí que volviera, por primera vez desde que se desclasificaran los de la etapa del general Manglano, a tirar de ellos en situación comprometida. Sólo que en esta ocasión no se hace para manchar la imagen de un Gobierno, sino para tratar de limpiar la de otro que se marcha con una seria quiebra en su credibilidad y en su capacidad para gestionar en beneficio público una grave situación de crisis. Esta utilización del CNI tiene muy cabreados a los agentes, no sólo porque su trabajo queda en entredicho a pesar de los aciertos cosechados el mismo fatídico día, sino porque también vivieron cómo su jefe, Jorge Dezcallar, era obligado a salir a desmentir a la Ser de un modo tan poco convincente que en aquel mismo desmentido el jefe de los espías abría la puerta al desmentido del desmentido. Dezcallar, sin descartar a ETA, ya decía que se trabajaba sobre otras pistas. Y otras pistas a aquellas alturas del partido era el islamismo radical.