Ni un motivo para el reproche. José Manuel Soria y su partido, el PP, sólo pueden resignarse y callar ante el intento del PSOE y de CC de formalizar un pacto de Gobierno para Canarias. Porque siendo cierto que conservadores y nacionalistas impidieron en 2007 que López Aguilar formara gobierno habiendo obtenido siete diputados más que el siguiente partido, es igualmente cierto que ahora no se dan esas mismas circunstancias sino un empate a 21 parlamentarios entre las dos fuerzas que han quedado primeras. Tanta legitimidad tiene la una como la otra para iniciar contactos e intentarlo, esta vez sin ningún reproche político y sin violentar de manera descarada un mandato electoral como hicieron en 2007 como consecuencia del pacto que Soria y Rivero tenían suscrito antes incluso de la cita electoral. Y, para mejor remarcar las diferencias y similitudes, bueno es recordar que Soria se convirtió en vicepresidente de Rivero con los mismos 15 diputados que ahora ha alcanzado el PSOE, pero entonces al líder del PP lo separaban nada menos que 11 parlamentarios del candidato ganador, el socialista López Aguilar. Es lo que tiene probar de su propia medicina.