Dicen los que conocen a Adán Martín que nunca había estado más acorralado en su vida por una decisión propia, si por propia pudiera entenderse la atribución que le confiere el Estatuto de Autonomía de Canarias de cambiar el Gobierno cómo, cuándo y dónde le dé la real gana. Pero a la capacidad de firmar los decretos de ceses y nombramientos debe unirse la permeabilidad que en la última semana ha hecho mella en el presidente regional. Adán Martín ha sido permeable a dos personas, que sepamos, Pilar Parejo y Manuel Hermoso, y no ha sido nada permeable a otras voces de su partido, como Ricardo Melchior, su enemigo más íntimo del momento, o Paulino Rivero. Al regreso de Manuel Hermoso, como si de una secuela de La Momia se tratara, cabe atribuir la aparición en escena de dos nuevas consejeras de la sección femenina más fundamentalista del chicharrerismo, las Marisas. Tejedor y Zamora, y colóquenlas ustedes en el orden que deseen.