Ay, el petróleo, lo que vamos a tener que oír y leer acerca de esas prospecciones tan apadrinadas por Soria. Ya saben que el señor ministro minimiza el impacto de un hipotético accidente argumentando que nunca nos hemos quejado de que por las Islas pasen cientos de petroleros con sus tanques llenos de crudo, con el peligro de marea negra que un naufragio pudiera ocasionar. Uno de sus sofismas favoritos que, como es habitual, le compran solamente los suyos. La importancia que Soria y sus mariachis prestan a las mareas negras tiene en el accidente del Prestige su ejemplo más elocuente. Estos días ha concluido el juicio por aquella catástrofe que destrozó las costas gallegas por culpa de la nefasta gestión que el Gobierno de entonces, del Partido Popular, llevó a cabo. Recordarán aquellos hilillos de plastilina (125 toneladas diarias de fuel) que relataba el ministro del Interior, un tal Mariano Rajoy, para apaciguar el clamor ciudadano. Pues bien, la abogada que representa a la naviera propietaria del buque ha exigido una indemnización el Estado español argumentando esa sucesión de erráticas decisiones entre las que se incluyó ?pícamelo menúo- el traslado del buque a las Islas Canarias, a ver si en estas aguas tan apaciguadas nos comíamos los hilillos y el marrón completo sin rechistar. Si no fuera porque la relación causa efecto parecería muy rebuscada, casi estaríamos por afirmar que detrás de aquella decisión bien pudiera estar el actual ministro de Repsol y otras actividades molestas, peligrosas e incalificables, y que el traslado del Prestige pudiera haber sido un simulacro de lo que ahora pretende que nos comamos con papas.