Recapitulemos: dos agentes paran a unos motoristas, les hacen las pruebas de alcoholemia, uno de los afectados llama a un colega policía local, éste se persona allí con su superior, después de haber ido a Tamaraceite a recoger a las parientas de los motoristas, se forma el Belén porque los amigos de los beodos exigen que no sigan con la tramitación... Llegan dos patrullas más, y uno de los integrantes de esos refuerzos, perteneciente a la X-04, llama a un inspector ante el cariz que toman los acontecimientos, y para allá que va el inspector 11, en su coche-patrulla, lo que eleva a diez el número de agentes presentes en la peripecia de Pelayo con Fernando Guanarteme. El inspector pone orden y cordura: ordena a los agentes actuantes que concluyan con lo que habían iniciado y ordena al subinspector rapsoda y a su marinerito acompañante que se marchen de allí de inmediato, no sin antes solicitar a todos los presentes que, tras acabar el servicio, redacten sus correspondientes informes y los dejen sobre su mesa. Todos cumplen excepto el subinspector, que se marcha para su casa con la tranquilidad del deber cumplido: a sus protegidos les impusieron sendas multas de 600 euros y les retiraron las motos, por cuyas retiradas tuvieron que pagar los 70 euros de rigor por barba.