Debe ser que Paulino Rivero ha avisado a Soria de que el camino de la confrontación y el palo y tentetieso sólo conduce al marisco. Las declaraciones del vicepresidente y de sus más cercanos colaboradores fueron este lunes mucho más templadas que de costumbre, y en algunos casos, hasta diametralmente opuestas a las sostenidas el pasado viernes por los mismos protagonistas. Mientras Soria hacía fervientes votos por que el Supremo enderece las negligencias de su hermano en Industria, Rita Martín recibía en la Consejería de Turismo a los consejeros del PP en el Cabildo de Gran Canaria en esa especie de escenificación de que el tipo de oposición ya ha cambiado con el ascenso a portavoz insular de la inigualable Carmen Guerra. Al término de esa reunión, como si en lugar de agua y coca-cola hubieran administrado a los presentes dosis dobles de tila, Guerra y Rita se presentaron ante la prensa como dos hermanas ursulinas, llamando a la confluencia de esfuerzos y al consenso entre las instituciones para resolver los problemas de Canarias. Irreconocibles, oiga, mucho más entrañables que el recientemente degradado Larry Álvarez, que incluso va por ahí recuperando antiguas amistades.