El acto, por lo demás, fue sencillo y con el momento discursos reducido a las palabras de Paulino Rivero y del alcalde, Jerónimo Saavedra. El primero fue breve, a la par que algo tópico, y el segundo se entretuvo más en la historia de la ciudad y del edificio, amén de dejar para la posteridad ciertas pinceladas finas de ruptura con aquel pasado voluptuoso y de boato que tan malas pasadas le jugó. Tras departir con los invitados en la soberbia y apetecible terraza del edificio, el alcalde Saavedra partió rumbo al Club Victoria, donde participó en un almuerzo conmemorativo del centenario de la entidad de Las Canteras. Tras el condumio, el alcalde se lanzó a uno de sus juegos favoritos, el dominó, compartiendo equipo con el presidente del Victoria, Antonio Padrón. Que tiemblen los presuntos adversarios del regidor capitalino, porque amenaza con querer repetir candidatura. Y no parece que vaya a estar muy gafado porque llegó a ganar una mano ante experimentados contrincantes con el doble seis en la mano. Puede ser premonitorio, bien de que está tocado por la fortuna o bien de que, a su edad, se ha vuelto peligrosamente audaz.