Si ya de por sí el edificio del centro comercial El Muelle es llamativo, otros aspectos propios contribuyen notablemente a dar realce a su espectacularidad. Vecinos y trabajadores de la zona se han dirigido a los medios de comunicación para contar lo que hacen algunos obreros, prácticamente colgados sin más protección que el casco de toda la vida, haciendo piruetas por las paredes. Una empleada de unas oficinas cercanas, con espectaculares vistas sobre el edificio (antes las tenía sobre todo el litoral, sniff), se alarmó tanto el otro día que llamó corriendo a la Policía Local para contarlo. Allí le dijeron lo de siempre, que en el Puerto ellos son como scouts, muy voluntariosos, pero sin mando en plaza. Así que la doña, indignada, llamó a la Autoridad Portuaria, donde “una amable y dulce funcionaria” -según su relato- “preocupada en esos instantes porque se le secaba la primera mano de laca de uñas sin darse la segunda”, le contestó que mientras no pusiera una denuncia oficial no podría hacer nada. Para que luego hablen por ahí del Bajo Volta.