La venganza de Soria está poniendo en entredicho el buen nombre de La Caja porque José Francisco Henríquez ha decidido no dimitir, pese a las presiones que está recibiendo. Ni callarse ante los atropellos. Su socio en la empresa en la que Soria y Román Rodríguez basan su estrategia, lleva protestando ante la oficina de Atención al Cliente desde que detectó la persecución y veía cómo nadie contestaba a sus requerimientos de renovación del crédito. Los informes del jefe de los servicios jurídicos, Teodoro Rosales, avalando las tesis de Soria, de Román y de Larry Álvarez, han sido puestos en entredicho por José Francisco Henríquez, que ha denunciado animadversión personal del abogado (lo denunció hace un año tras las irregulares elecciones en la entidad), lo que ha obligado al presidente de La Caja, Juan Manuel Suárez del Toro, a recabar una segunda opinión, que será debatida en el consejo el próximo día 29. Porque Soria pretendía que esa reunión, en la que se decidirá si se expedienta a Henríquez, fuera el día 21, y con el único informe de Rosales.