De flojito tirando a “de aliño” puede calificarse el esperado discurso de José Manuel Soria, ministro de Turismo, en la inauguración del I Foro Internacional de Turismo, abierto este jueves en Meloneras con la presencia de lo más granado del sector. Una sucesión interminable de datos destinados a nutrir a los amantes de los números y a resaltar lo bien que anda la industria por el turismo extranjero sirvieron para confirmar que gracias a ella este país, y más concretamente esta ultraperiferia, no se han ido al carajo. Con mucha maestría logró esquivar temas espinosos y arriesgados para el sector, como su muy particular empeño en extraer petróleo en las cercanías del Archipiélago, pero no pudo evitar lanzar la pulla correspondiente al Gobierno de Canarias por su decisión de mantener la moratoria para los hoteles de cuatro estrellas en islas como Gran Canaria, donde algunos inversores reclaman una revisión de la medida. La polémica de los cuatro estrellas le sirvió para avisar del recurso de inconstitucionalidad que anuncia el Gobierno de España contra esa ley canaria, lo que aderezó con las tesis más liberales, las que hablan de la conveniencia de dejar a los empresarios que hagan exactamente lo que les salga de la higa, “es verdad que dentro del marco legal existente”, que es en el que, casualmente, se encuadra la norma emanada del Parlamento canario mientras un estamento superior no dictamine lo contrario. El “marco legal existente” se cambia si es menester para que determinadas empresas se despachen a su gusto. Verbigracia lo que hoy hemos comentado aquí del software libre: si se perjudica al mundo de la empresa, de las grandes multinacionales de la programación, se cortocircuita al organismo competidor para dejar el camino expedito. Como hizo el mismo sujeto con su casero y la empresa pública Magaturbinas de Arinaga. Estorbaba la iniciativa pública y le regaló una concesión a los Esquivel. Un liberal del carajo.