Cuando todavía eran socios de Gobierno, Paulino Rivero calificaba algunas declaraciones públicas de José Manuel Soria de “ocurrencias”. Fue el calificativo más cariñoso que encontró entonces el presidente del Gobierno para que las desavenencias no chirriaran más de lo absolutamente necesario. Siempre ocurrencias, boberías y machangadas paridas y perfiladas con el único objetivo de captar la atención, de conseguir el titular más atractivo o el twitt más comentado. Así es José Manuel Soria, al que no se le conoce ni un sólo proyecto de interés público con el que pasar a la posteridad, si descontamos, claro, el césped tintado, la bandera, el viaje del salmón, su etapa de Okupa y el pelotazo de La Favorita. Pero su ya dilatada carrera política de dieciséis años está atestada de titulares gloriosos, desde aquel homófobo “Saavedra pierde aceite”, hasta el más reciente, de este mismo miércoles, dedicado a Paulino Rivero y a crear confusión y crispación, al preguntarse en Twitter por los motivos por los que el PSOE no presidió el Gobierno en 2007. Esta actitud se corresponde exactamente con la de un bufón que sólo desea llamar la atención de los nobles, reyes y cortesanos dedicados a las cosas serias de la corte mientras él hace exclusivamente el payaso.