Lo pudimos comprobar in situ al término de la primera sesión del debate sobre el estado de la nacionalidad canaria: José Manuel Soria, presidente del PP y del Cabildo de Gran Canaria y a su vez presidente del Grupo Parlamentario Popular, ha vuelto a perder la compostura. No es porque dirija sus ojos al horizonte, en plan mirada perdida, cuando un periodista le pregunta por sus impresiones del discurso presidencial (“ha sido denso, pero coherente”), ni porque se coma las uñas de los nervios que está pasando. Es que, además, ha vuelto a sus orígenes y algo que tanto le costó corregir en público, la mueca, el tic, han regresado a su faz en plan delator de que el líder conservador no atraviesa sus mejores momentos políticos. Desde luego, en la densidad del discurso de Adán estaba la coherencia misma del acuerdo entre Soria, ATI y Mauricio. Con sus tics de todos conocidos.