Publicaba este domingo La Provincia y La Opinión, que la niña Tavío, también conocida como Cristina, vicepresidenta toda ella del Parlamento de Canarias, dedicó algunos minutos de su valioso tiempo a hablar de cosas distintas a las sebas de Granadilla. En una llamada telefónica que hizo a uno de los imputados, su compañero del PP Félix Sierra, la presidenta de ese partido en Tenerife llega a reconocer que había mostrado sus quejas al teniente de la Guardia Civil por el registro que aquel, concejal en Arona y consejero del Cabildo, había sufrido en su domicilio. Desconocemos cuál fue el motivo de la queja, si respondió a que en la acción judicial y policial alguien rompió un jarrón, si los agentes usaron pasamontañas y helicópteros, o si, sencillamente, a la señora Tavío lo que le molestó es que se produjera el registro. Por las fechas debemos descartar que esa conversación detectada a la dirigente del PP sea aquella que dijo haber sentido en sus entrañas, porque la registrada por la Guardia Civil fue en octubre de 2008, y los sentires de la niña Tavío fueron en los primeros meses de 2007, en la campaña electoral, según denunció ella misma.