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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Los tiempos de ATI y de los poderes ocultos

Paulino Rivero, este miércoles, en la sede de Coalición Canaria en Gran Canaria.

Entra en su fase más encarnizada y abierta la batalla por la sucesión (o la confirmación) de Paulino Rivero como candidato a la presidencia del Gobierno por Coalición Canaria. Lejos de reducir el debate al órgano que ha de decidirlo el próximo septiembre, el Consejo Político Nacional, donde vencerá el que alcance los tres quintos de sus miembros o el que logre un voto más si el otro cumple con el compromiso de rendirse, los dos candidatos en liza han decidido hacer campaña abierta entre la militancia. O mejor dicho, así lo decidió Paulino Rivero, que empezó la semana pasada, y a la experiencia se ha sumado de inmediato su contrincante, el alcalde de La Laguna, Fernando Clavijo. Es el modelo más cercano a las primarias que de momento ha encontrado Coalición Canaria, porque como muy bien recordó a Clavijo no hace mucho el comisionado para el Autogobierno, Fernando Ríos, al quejarse por carta al también secretario general en Tenerife, ese partido aún no se ha dotado de un reglamento interno que impida el dedazo o la decisión exclusiva de los notables. Rivero, como decíamos, le ha echado la pata por delante a Clavijo y ha montado un equipo que le organiza encuentros comarcales con la militancia para hacer su particular campaña y convencer a las bases de que él es el mejor para el desafío de otros cuatro años más al frente del Gobierno. Este miércoles estuvo en Las Palmas de Gran Canaria, donde reunió a gente de la capital, de San Mateo, Santa Brígida y Teror. La sede de CC en la calle Buenos Aires no tuvo el privilegio de contar con la presencia de la dirección insular del partido, lo que algunos de los militantes que intervinieron lo resaltaron de manera crítica.

Ni de ATI ni del lobby empresarial

Camisa blanca remangada y sin corbata, Rivero se presentaba ante los militantes de CC en Gran Canaria utilizando un lenguaje infrecuente. En el fondo y en la forma. De pie, con micros de corbata pero sin alejarse excesivamente de la columna que en algún momento utilizó para apoyarse, delante mismo de una bandera canaria con las siete estrellas verdes, adoptada como oficial por su partido, el presidente llamó a las cosas por su nombre. A la vieja ATI, de la que procede, la llamó así. Y a los lobbys empresariales tinerfeños que la controlaban, así los llamó también. Pero no para describir su inmensa influencia entre los cenáculos políticos, sino para presumir de haberse alejado de ellos con las consecuencias que eso conlleva: contestación en su partido, con “presiones enormes”, y campaña de descrédito en los medios informativos locales, particularmente en El Día, cabecera que por supuesto tampoco mencionó. Es el precio de dar la espalda a las oligarquías tinerfeñas, que no lo quieren ver ni en pintura, como bien resaltó alguno de los militantes que le preguntaron y que le felicitaron por “trabajar por Canarias” y no exclusivamente por su isla natal. Ese es, que se sepa, uno de los valores que con más ahínco presenta el candidato en su turné: he sido el presidente de todos los canarios, no de una isla sobre otra. En Gran Canaria parece haber calado. Rivero está presentando ante los suyos un discurso muy duro, rompedor con viejos hábitos que durante muchos años su partido y él mismo ejecutaron, y muy reivindicativo hacia las tesis más nacionalistas que reclaman mayor autogobierno aprovechando lo que él mismo califica de “cacicadas” del Gobierno del PP. Cacicadas son la imposición de las prospecciones y la privatización de Aena sin dar audiencia ni participación al Gobierno canario, por poner solo los ejemplos más actuales citados por el candidato.

La mar plana y la mar arbolada

Uno de los militantes presentes preguntó a Rivero por qué quiere repetir por tercera vez, y la respuesta de manual llevó al presidente a referirse a la ausencia de limitación de mandatos en su partido y en la inmensa mayoría de los que tienen opciones de gobierno en Canarias. Pero en realidad la respuesta sincera la había dado antes cuando, sin que nadie se lo preguntara, relató los años duros que le ha tocado vivir al frente del Gobierno regional. Lo fácil, dijo, es gobernar “con el mar plano”, pero no con mar arbolada, con un escenario de crisis económica bestial que le ha hecho rebajar en casi 2.000 millones los presupuestos autonómicos. Quiere darse el gustazo de ver la recuperación desde el privilegiado puesto que ahora ocupa, con un crecimiento aventurado por los analistas para este año del 2%, casi el doble que el que tendrá el PIB español. Y dice querer aplicar a la cosa más nacionalismo todavía, con más capacidad para Canarias para ser autónoma de las decisiones de Madrid. Todo ello, como se puede colegir fácilmente, impediría cualquier acuerdo con el PP, y no sólo por las ansias nacionalistas en unos momentos en los que el partido que Gobierna España persigue y recorta cualquier veleidad centrípeta, sino porque todos los reproches que Rivero expone en sus encuentros con la militancia tienen como destinatario directo al partido de su nada admirado José Manuel Soria. Por ejemplo, el caso Tebeto, que cuenta Rivero con toda su crudeza sin mencionar a los conocidos protagonistas del sainete por el que se pretendió pagar a un empresario más de 100 millones de euros por los derechos de una explotación minera de la que no se había sacado ni un tenique.

Sentencias para financiar un equipo de fútbol

Más relevante que escuchar a un político rajar contra los adversarios de otros partidos resulta, sin embargo, que lo haga contra los poderes empresariales que tradicionalmente han mangoneado al poder político en Canarias, da igual de qué isla de procedencia o de proceder. Cualquiera que haya seguido la trayectoria de los principales dirigentes políticos canarios se puede sorprender al escuchar a un presidente en activo relatar cómo ese poder oculto ha financiado a un equipo de fútbol a través de sentencias judiciales. No fue muy explícito Rivero, y seguramente su cita no fue captada por la inmensa mayoría de los presentes, aunque mencionó al equipo de fútbol, el desaparecido Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Durante gran parte de su existencia estuvo presidido por un magistrado, Francisco José Gómez Cáceres, juez de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, que llegó a presidir también. Y ya se sabe que una sentencia de esa jurisdicción puede suponer millones (a un lado o al otro) para cualquier empresario que litigue contra la Administración. Resulta muy saludable que alguien con poder político cuente estas cosas porque supone dos cosas: de un lado, que el que lo dice habla con conocimiento de causa, y de otro, que no lo hace y que está dispuesto a denunciarlo cada vez que ocurra. Porque Rivero también presume ante los suyos, en un momento en que la corrupción empieza a preocupar severamente al electorado, de presidir un Gobierno honrado sin que, hasta el momento, haya pesado sobre él ninguna sombra de corrupción. Del pasado más reciente no puede decir lo mismo, aunque también lo presidiera él.

Bañolas, tour manager de Clavijo

Como decíamos, llamó mucho la atención que en el encuentro en la sede grancanaria de CC no estuviera presente la dirección insular del partido. Por allí se pudo ver solamente a uno de los más destacados defensores de la candidatura alternativa a Rivero, Juan Francisco Padrón, dirigente aruquense que en realidad acudió porque no estará en la isla el día 21, cuando se prevé el bolo del compañero presidente en la comarca norteña. No estaba, desde luego, Fernando Bañolas, que prefiere estos días dedicar su tiempo a promocionar la candidatura de Fernando Clavijo. De hecho, ya ha enviado una carta convocando a la militancia a un “encuentro” con el alcalde de La Laguna en la que en ningún momento se habla de su candidatura, sino de la exposición de “un modelo conjunto de trabajo y de gestión encaminado a fortalecer al partido”. Y dos piedras. Un eufemismo para convocar a la peña a la primera proclamación más o menos oficial del candidato Clavijo, que será, DM, el lunes 14, a las 18.00, en la misma sede que este miércoles llenó Rivero con unas 120 personas. Desconocemos a estas alturas porque el candidato lagunero mantiene un mutismo casi absoluto, si habrá algún boncho de proclamación oficial de su candidatura, pero prometemos asistir al acto de Gran Canaria a ver si, entre otras cosas, contesta las insinuaciones de Rivero cuando habla de que estos no son momentos para experimentos (“nadie cambia al director de la empresa cuando las cosas van bien”) o si defenderá al PP como socio ideal para mejorar (ejem) Canarias.

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