Lo que mal empieza mal acaba, y en Canarias están siendo peligrosamente frecuentes las cosas que en lo público empiezan mal para acabar rematadamente peor. O por lo menos, peor para lo público, que es lo que nos tiene que preocupar a todos. Mientras el gas se retrasa por las trapisondas y las chapuzas y la energía eólica corre serio peligro de acabar en los tribunales por más de lo mismo, los únicos que sacan tajada de las operaciones gubernamentales son los empresarios escogidos. En el sainete ha habido de todo, desde la coherencia inamovible de la Mancomunidad del Sureste, al vergonzoso comportamiento errático del PP, que ha cambiado exactamente en tres ocasiones de postura acerca del modelo y la ubicación de la regasificadora en Gran Canaria. En Tenerife, sin embargo, la unanimidad es total (incluida la del PSOE, en clara contradicción con su postura congresual), apoyando a Granadilla con todos sus aditamentos.