El estallido del caso Roldós ha lanzado al estrellato de modo meteórico al que la sustituyó como consejero de Sanidad, Fernando Bañolas, considerando en este caso la palabra “estrellato” en su acepción más gastronómica, la que tiene que ver con los huevos que se estrellan contra las papas para formar un delicioso plato, tan lleno de luz y de color. Porque ante Fernando Bañolas y ante Paulino Rivero se abre un apasionante dilema, consistente en anular un concurso que tiene toda la pinta de haber sido prefabricado o mantenerlo a expensas de que alguien tenga la ocurrencia de meterlo en los tribunales penales y se forme la marimonera. En la primera opción, los nacionalistas se tropiezan con las cosas de la familia, término que empleó Paulino Rivero para definir las relaciones entre el PP y CC en el momento de romperse el pacto. Y ya se sabe que la familia limpia su ropa sucia de puertas adentro y a lo más que llega es a tender la colada en la azotea, ya luciendo un soberbio tono blanco nuclear, cogida cada pieza delicadamente con sus correspondientes trabas (pinzas más allá de la ultraperiferia). La familia, queridos y queridas, está ahora más unida que nunca, en pleno momento reconciliación.