Efectivamente, este viernes Saavedra recibía de manos del ingeniero Felipe Cantera la primera gota de agua potabilizada producida en la ciudad. Se la había quedado el ingeniero tras recogerla de la primera planta que desaló agua en el complejo de Piedra Santa, donde se fueron instalando otros módulos de desalación. Las fuentes expertas discrepan acerca del año en que esa gota fluyó de una membrana de ósmosis inversa: mientras los archivos de Emalsa hablan de 1889, Cantera sostuvo este viernes que el feliz alumbramiento fue en 1982. En cualquier caso, se trataba de una planta de ósmosis inversa (Las Palmas II), un procedimiento que ha ido evolucionando y que produce una agua de una calidad aceptable a un precio razonable y sin excesivo coste ambiental. Todo lo contrario de la planta Las Palmas-Telde, que no puede ponerse en funcionamiento porque el coste de producción del metro cúbico es tan elevado (entre cuatro y seis veces más que la ósmosis inversa) que la convierte en inservible. Se preguntarán ustedes de dónde sale la potabilizadora esta de las narices, diseñada para potabilizar por evaporación, un método que requiere muchísimo consumo de fuel, el mismo que se advirtió el año en que se decidió su construcción, bajo la alcaldía de José Manuel Soria.