Hay que ver cómo se están poniendo de complicadas las cosas en el vecino Sáhara, con un Marruecos que se crece por momentos y unas potencias internacionales mirando para otro lado. La represión sobre la población saharaui es intolerable y las personas que acuden desde otros países para comprobarlo son tratadas como espías o intrusos indeseables. Se cuentan ya por decenas las personas expulsadas por las autoridades marroquíes con los más extravagantes motivos. El último expulsado del que hemos tenido noticia es Carlos González, cineasta venezolano radicado en Los Angeles que acudió a El Aaiún a hacer un reportaje sobre lo que allí está pasando. Mal asunto, porque lo que vio confirmaba la peor de sus sospechas. Y, como es menester en los que van a contar lo que no deben, lo expulsaron alegando que, como venezolano, es agente de Hugo Chávez y, en los ratos libres, de la CIA. Y lo peor es que muchos medios de comunicación se tragaron la versión marroquí. Esperaremos por ese documental, a ver si consigue hacerlo.