Nos escribe muy mosqueado -pero con sentido del humor- un estudiante de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que disfruta de una beca Erasmus en Pau, al sur de Francia. Cuenta que, ante las próximas elecciones generales, se acercó a principios de febrero al consulado español de esa ciudad para solicitar información. Un funcionario “muy agradable” (¡albricias!) le informó de que el plazo para presentar la documentación había finalizado el día anterior, por lo que debía recurrir al voto por correo u “otorgar poderes a alguien” para que ejerciera el derecho al voto en su lugar. Pues ahí va nuestro hombre a poner en marcha el trámite, para lo que pidió a su padre que le mandara por fax una fotocopia de su DNI. Con ella se constituyó el estudiante en el consulado, donde, oh prodigio, el mismo y amable funcionario del día anterior le dijo que lo de los poderes era un bulo, y que tras haberlo consultado con todos los consulados de Francia y la mismísima Embajada en París, era imposible que el ciudadano se hiciera con unos poderes para ejercer su derecho al voto. No se vayan, que hay más.