Ya lo vamos comprendiendo todo. Ya empezamos a entender a qué respondió aquella admirable prudencia del alcalde Juan José Cardona cuando Las Palmas de Gran Canaria salió derrotada en su deseo por ser capital europea de la cultura en 2016. Su prudencia era, en realidad, incontenible alivio, aplacada euforia, porque con ese fracaso podía ejecutar a la perfección sus planes de arrasar con todo lo que pudiera ahorrarle dinero, aun a costa de la cultura y aun a costa de la promoción turística de la ciudad. Por eso, pocos días después de la proclamación de Donostia, Cardona empezó a dejar entrever que no se mantendrían ayudas a grandes conciertos, como el de Sting, ni aportaciones a festivales como el Womad, que este martes recibió un certero golpe de muerte en la capital que lo acogió en 1993. Ya está confirmado: el PP no quiere el Womad y ya está poniendo todo de su parte para que la organización abandone la ciudad definitivamente. El anuncio de la concejala de Cultura, María Isabel García Bolta, de que la aportación municipal pasará de 600.000 a un máximo de 125.000 euros en baños químicos, vallas, cartelería y publicidad no es más que la constatación de la sentencia de muerte de este festival. Ni un resquicio para la negociación, ni la recuperación de los apoyos de otras instituciones, nada. Esto es lo que hay y a escupir a la calle.