La escasez de agua devuelve a la actualidad a las desaladoras, pioneras en Canarias

La desaladora de Jinámar en Gran Canaria.

Irene Martín Morales / EFE

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La creciente escasez de agua ha vuelto a despertar el interés por la investigación en los procesos de desalación, con alternativas de menor consumo energético e impacto en el ecosistema marino, según han explicado los responsables de diversos proyectos en este sector.

Algunas de estas opciones se remontan más de treinta años atrás, como el sistema diseñado por el escritor e inventor Alberto Vázquez Figueroa, quien patentó en 1993 un sistema de “desaladora hidráulica reversible”.

De acuerdo con sus pruebas “no producía salmuera y reducía radicalmente los costes” con capacidad para proporcionar “cien mil metros cúbicos de agua diariamente” en una planta de Almería.

Este proyecto planteaba utilizar la ósmosis inversa para desalar agua de mar con energía durante las horas de menor consumo, extrayéndola y subiéndola a una montaña desde donde dejarla caer para aprovechar la gravedad y filtrarla sin mayor coste.

Esto permitiría “reducir la factura energética de España en unos 5.000 millones de euros anuales” según sus cálculos.

Sin embargo, tras una serie de “estudios e inversiones millonarias y con el apoyo inicial del Gobierno” de la época, la idea fue finalmente “rechazada por la entonces ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona” aduciendo “el peligro de electrocución de gaviotas, a pesar de que no existían cables exteriores”.

Las investigaciones continuaron de todas formas en este campo y, posteriormente, el investigador Pedro Arnau, del Centro Internacional de Métodos Numéricos en Ingeniería de la Universidad Politécnica de Cataluña, se embarcó en el proyecto COOSW de filtración de agua por destilación al vacío 'multietapa' en el que trabaja junto a otros investigadores, y que han llegado a probar en la Plataforma Oceánica de Canarias.

“Tuvimos la idea mirando cómo funcionan los huracanes” pero “en lugar de presión atmosférica, trabajando en vacío”, con lo que afirma haber logrado un proceso “eficiente” a partir de una “desaireación previa” sin necesidad de arrancar la bomba de vacío, por lo que han logrado reducir el coste energético “al de un consumo de 1,7 Kwh/m3”.

Utilizando un gradiente -foco caliente y frío- con calor residual que el sistema reaprovecha “muchas veces”, es así posible “producir agua que no tenga sales y que se pueda utilizar en distintos procesos” diluyendo de paso la salmuera “para no causar ningún impacto” en el ecosistema marino.

En la actualidad, el proyecto sigue en marcha “escalando en función de la necesidad” pero ya es posible abastecer “a poblaciones de entre cincuenta y cien habitantes” así como a instalaciones como las de hoteles o barcos.

Un tercer proyecto es el impulsado por el ingeniero industrial y profesor de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, Pedro Cabrera, a través de la plataforma macaronésica DESAL + Living Lab desarrollando una instalación accionada con energía eólica e inteligencia artificial, en colaboración con el Instituto Tecnológico de Canarias.

Cabrera ha explicado que existen prototipos “de distintos niveles” con la idea de “escalar a sistemas más actuales y con tecnología más comercial” y también “buscar la revalorización de la salmuera” para poder incluir esta iniciativa en el concepto de economía circular.

Tanto Vázquez-Figueroa, como Arnau y Cabrera han reivindicado sus sucesivas aportaciones, sobre todo ante la importancia del agua como recurso y las graves consecuencias de su creciente escasez .

“El cambio climático es el principal problema que tenemos y, con tanto que se habla de él, lo más preocupante no es la emisión de CO2 sino la disponibilidad de agua dulce”, un elemento imprescindible no sólo para la actividad económica sino para la propia vida, ha concluido Arnau.

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