La Unesco estudia en Gran Canaria una veintena de sitios que enlazan cielo y tierra
El encuentro de la Unesco en Gran Canaria ha analizado más de 20 sitios que enlazan el cielo con la tierra, las estrellas y lo divino, unos extraordinarios lugares que se extienden por todo el planeta y que servirán de base para definir la estrategia global de una lista de Patrimonio Mundial.
La sesión de este jueves comenzó con seis intervenciones moderadas por Michael Turner, que desempeña la Cátedra Unesco de Diseño Urbano y Estudios de Conservación, y el primero en intervenir fue Lassana Cissé, antiguo director de Patrimonio Cultural de Mali, quien habló de los sitios astronómicos y el calendario de ceremonias rituales en su pueblo Dogón.
“Nuestros sabios los denominamos astrónomos porque son los encargados de interpretar los cielos y el firmamento. Existen dos observatorios rocosos que permiten ordenar las fechas precisas para determinadas acciones relacionadas con el ritmo de vida de la población”, explicó Cissé, quien añadió que “estos astrónomos o adivinos supervisaban la evolución de los astros para darle un sentido profundo a la actividad humana”.
El presidente del Grupo de Trabajo Internacional sobre Astronomía y Patrimonio Mundial, Clive Ruggles, presentó un estudio de la astronomía en la Polinesia, que comenzó datando la existencia de asentamientos humanos en una fecha aproximada de 2.000 años antes de Cristo.
Ruggles hizo una descripción acompañada de fotografías de sitios de interés arqueoastronómico en diversas islas del Océano Pacífico y, a la vez, subrayó la correlación entre astronomía, calendarios, ideología y desarrollo de proto-estados en Hawaii y sus islas vecinas.
“Los lugares más destacados son templos de navegación que se usan aún hoy, se consideran extremadamente sagrados y se relacionan con la navegación, la bóveda celeste y el firmamento” aseguró Ruggles.
En ese sentido, agregó que el conocimiento entre la población de la Polinesia era “esencial para navegar y expandirse” y que la gente no observaba las estrellas como objetos celestes, sino “como seres vivientes, estrellas jefes o sacerdotes, con relaciones genealógicas entre ellas”.
El patrimonio astronómico aborigen australiano fue defendido por Duane Hamacher, del Centro de Estudios Indígenas Monas, Queensland del Sur, quien afirmó que en la cultura indígena “la luna tiende a ser una figura varonil y el sol femenina”, y añadió que “según el halo de los astros y el número de estrellas pronosticaban cuando iba a llover”.
Durante su intervención reprodujo canciones tradicionales de diversas zonas recalcando su importancia no solo con valor como patrimonio intangible, sino, incluso, “con valor jurídico”, y sobre ello explicó que “la población del territorio tiene un pleito con el Estado sobre la propiedad de la tierra y la canción sirve para oponerse a las tesis estatales que han entrado en conflicto con un millón de personas que viven allí”.
La rusa Olga Dluzhnevskaya, directora del Centro de Datos Astronómicos del Instituto de Astronomía de las Academia de Ciencias de Rusia, mostró tres sitios de interés arqueoastronómicos situados en distintos puntos del país.
Dluzhnevskaya comenzó puntualizando que, según su opinión, “en los tiempos antiguos la astronomía era más religión que ciencia, y se ha podido averiguar que existió un reloj solar y un observatorio orientado a la salida y puesta del sol en la parte asiática del país”.
La experta rusa presentó una reconstrucción virtual de antiguos monumentos que se han deteriorado con el paso del tiempo, pero con vestigios para intuir su pretérita apariencia.
Por su parte, Kallala procedente de la Universidad de Túnez, presentó sus estudios acerca de “asociaciones celestiales y religiosas, prácticas culturales antiguas en el norte de África” y afirmó que “hay una correlación entre las fuerzas celestes y las terrenales, una depende de la otra y la montaña funciona como el enlace entre ambas fuerzas”.
En su opinión, “los bereberes veneraban los genios y divinidades que pueden vivir en cualquier lugar y especialmente en los accidentes del relieve lo que propicia la sacralización de los territorios elevados”.
Por su parte, la norteamericana Annette Lee enseñó sus avances dentro de la iniciativa que lleva el nombre de Nativos Observadores del Cielo (Native Skywatchers), que recoge los conocimientos de los ancianos respecto al cielo y las creencias indias.
La astrofísica de ascendencia india, que reside en el estado norteamericano de Minnesota, explicó que esta misma palabra de origen indio manifiesta parte de su sabiduría.
“Minnesota significa el agua refleja el cielo y en las creencias indias se recoge que lo que ocurre en cualquier lugar tiene su reflejo en el cielo. La idea del reflejo es muy importante porque lo que está arriba está abajo” expresa la investigadora.
Lee agregó que “cuando se produce una danza solar, en la tierra se inicia otra danza y en ese momento se abre el umbral que conecta ambos mundos”.
Asimismo, el Consell Insular de Menorca ha solicitado oficialmente, a través de la voz de Margarita Orfila, de la Universidad de Granada, ser sede del próximo encuentro de la Unesco y propuso como fecha la primavera de 2019.
Orfila es experta en la cultura talayótica de Menorca, que también aspira a ser declarada Patrimonio Mundial.