El asesinato del ministro libanés sume a la población en la incertidumbre
Cuando todo el Líbano aguardaba con temor las enormes manifestaciones con las que Hizbula había prometido llenar las calles del país, el asesinato del ministro libanés de Industria, Pierre Gemayel, sume a la población en una mayor incertidumbre.
Este último atentado es al menos el octavo contra figuras políticas y mediáticas de la corriente anti siria en dos años, y por supuesto este grupo, que controla el gobierno y el parlamento, ya ha acusado sin ambages al régimen sirio de estar tras el asesinato de Gemayel.
Los aliados de Siria en el Líbano, como el partido Hizbula, el presidente del parlamento, Nabih Berri, han pedido calma y no lanzar acusaciones sin pruebas.
Por un lado, parece lógico acusar a Siria de unos atentados contra figuras claramente hostiles a Damasco. La explicación es la siguiente: Siria pretende de este modo retrasar en lo posible el cerco que se cierra en torno a ella, empezando por el tribunal internacional que juzgará el primero de los asesinatos políticos, el del ex primer ministro Rafic Hariri en febrero de 2005.
Este martes, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó, horas después del atentado contra Gemayel, apoyar la creación de ese tribunal internacional, que sin embargo no se concretará mientras no sea expresamente aprobado por el presidente (pro sirio), el gobierno y el parlamento libaneses.
El tribunal es una de las reivindicaciones de la corriente anti siria a la que pertenecía Gemayel. Según ellos, si Hizbula y sus aliados chiíes y cristianos acaban de abandonar el gobierno libanés es sobre todo para entorpecer ese tribunal, aunque ellos aseguran que lo que desean es un nuevo reparto de carteras en un gabinete de unidad nacional.
Como las conversaciones para ese nuevo gobierno estaban estancadas, Hizbula había anunciado en los próximos días manifestaciones callejeras -y suele cumplir estas promesas- para hacer caer al que llaman “gobierno de Jeffry Feltman”, por el nombre del embajador de EEUU en Beirut.
Pero por otra parte, también resulta extraño que Damasco se implique de tal modo en vendettas políticas en el Líbano en un momento en que parece salir del ostracismo al que lo había condenado la administración del presidente estadounidense, George W.Bush, en los últimos años.
La idea que primero puso sobre la mesa el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, de que Siria “es parte de la solución y no del problema” de Oriente Medio, ha calado incluso en el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y el primer ministro británico, Tony Blair.
La pregunta más difícil de responder es a quién beneficia la serie de asesinatos políticos que ensangrentan el Líbano, dividen al pueblo y acrecentan los temores a una nueva guerra civil como la que arruinó el país entre 1975 y 1990.
Además, el país se encuentra todavía restañándose las heridas de la última guerra lanzada por Israel contra Hizbula por la captura de dos soldados del ejército hebreo, una contienda en la que muchos libaneses no tuvieron otro papel que el de víctimas pasivas de un conflicto en el que no tenían nada que ver.
Hizbula, que nunca ha ocultado su hostilidad hacia Israel, también ha proclamado siempre que nunca utilizará sus armas contra el pueblo libanés, y no parece que el caso de Gemayel sea una excepción.
La presencia de tropas extranjeras en el sur del país no place a Hizbula. Aunque se ha guardado muy mucho de atacarlas hasta el momento, la animadversión crece entre la población chií contra unos cascos azules vistos como ocupantes y defensores de los intereses de Israel.
Ayuda a la ONU
El primer ministro libanés, Fuad Siniora, pidió este miércoles asistencia técnica a la ONU para investigar el asesinato de su ministro de Industria, Pierre Gemayel.
La solicitud fue hecha a través de una carta enviada al secretario general, Kofi Annan, en la que pide que la Comisión Investigadora de la ONU se ocupe del caso de Gemayel, de 34 años, que se destacó por su postura crítica a la influencia de Siria en el Líbano y que fue asesinado a balazos este martes en el norte de Beirut.
La Comisión investigadora de la ONU, encabezada por el magistrado belga Serge Brammertz, ya investiga el atentado que costó la vida al ex primer ministro libanés Rafic Hariri y a 22 personas más en febrero del 2005.