Batacazo histórico en las urnas del Gobierno de Japón

El batacazo histórico sufrido este domingo en las urnas por el primer ministro Shinzo Abe puede dar la puntilla a su corto y convulso Gobierno en Japón, que finalmente no tendrá un senador llamado Alberto Fujimori.

Las elecciones para renovar la mitad del Senado (121 escaños) otorgaron el mayor número de puestos, por primera vez en medio siglo, al opositor Partido Democrático (PD) y propinaron un durísimo castigo a la coalición gubernamental liderada por el Liberal Demócrata (PLD) de Abe, según el cómputo de los medios nipones.

El propio primer ministro nipón calificó el resultado de “un revés humillante” y aseguró que la responsabilidad es suya, si bien ha descartado dimitir.

A las 2.55 hora local del lunes y a falta de adjudicar uno de los 121 escaños en liza, la coalición gubernamental del PLD y el Nuevo Komeito se habría asegurado un total de 83 escaños en la Cámara Alta, mientras el PD tendría 109 asientos, de acuerdo con la agencia Kyodo.

Gran parte de la atención en estas elecciones estaba en el ex presidente peruano Alberto Fujimori, que tiene también nacionalidad nipona y que finalmente no logró el escaño al que aspiraba en el Senado japonés, según las proyecciones de Kyodo.

Fujimori fue presentado por el minoritario Nuevo Partido de los Ciudadanos (NPC), que hasta ahora sólo ha logrado un escaño, por lo que el ex mandatario se quedará probablemente sin la protección que buscaba para afrontar el proceso de extradición a Perú desde su arresto domiciliario en Chile.

La derrota electoral sufrida por el gubernamental PLD, en el poder en Japón desde 1955 a excepción del paréntesis de un año, ha sido clara y hasta mayor de lo pronosticado, lo que podría abrir la vía a un bipartidismo nunca visto en más de medio siglo en Japón.

Hidenao Nakagawa, secretario general del Partido Liberal Demócrata, presentó su dimisión tras la seria derrota de su fuerza política mientras Shinzo Abe ha rechazado hacerlo.

Triunfo de Ozawa

La cara de la victoria es el líder opositor Ichiro Ozawa, un funambulista de la política de 65 años y frágil salud que en cuatro décadas de carrera ha estado en cuatro partidos, empezando por el PLD.

En la sede de su partido saludaron con gritos de “Banzai” la victoria en las elecciones al Senado, donde ha ganado 27 escaños más de los que tenía antes de los comicios, al tiempo que anunciaban que Ozawa deberá descansar unos días después del esfuerzo electoral.

El gran derrotado de estas elecciones es Shinzo Abe, hijo de ministro y nieto de primer ministro, conocido como el príncipe por sus buenos modales, halcón en lo político y lo militar, y primer jefe de Gobierno que ha tenido Japón nacido después de la dolorosa derrota en la II Guerra Mundial.

Ante constantes preguntas de los periodistas, Abe, con semblante serio, aseguró que no tiene intención de dimitir y que seguirá adelante con sus reformas, y prometió cambios en su gabinete que, no obstante, pueden ser insuficientes para acallar las voces disonantes dentro de su partido.

Abe, de 52 años, se enfrentaba a su primera gran cita electoral nacional en apenas diez meses de mandato, minado por meteduras de pata varias, los casos de corrupción y el suicidio de un ministro, entre otras.

Según los observadores, han sido determinantes el hastío de los japoneses por su falta de liderazgo, las corruptelas que han jalonado su Gobierno y su escaso brillo personal, pues siempre ha deslucido frente al mayor carisma de su antecesor, Junichiro Koizumi.

Descenso de popularidad

Desde que el pasado 26 de septiembre fue elegido por el Parlamento como nuevo líder del PLD, su popularidad ha caído del 70% al 30% actual.

El golpe más serio recibido por el primer ministro japonés se produjo después de que saltara a la luz pública en julio que la Administración había perdido el registro de las aportaciones de 50 millones de contribuyentes a las pensiones públicas.

Además, en estos meses ha dimitido el ministro de Defensa, se ha suicidado el titular de Agricultura y su sustituto ha sido acusado de varios casos de corrupción, y Shinzo Abe, en resumen, nunca ha despegado.

A las elecciones para renovar 121 escaños del Senado concurrieron 377 candidatos y el censo electoral estaba compuesto por unos cien millones de japoneses, de los cuales más de un 10% votaron por correo.

La participación en estos comicios, con tiempo nuboso en gran parte de Japón, fue del 58,61%, dos puntos más que en las pasadas elecciones de 2004, de acuerdo con las proyecciones de la agencia Kyodo.

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