Correa jura como presidente y arremete contra los poderosos en Ecuador
El izquierdista Rafael Correa juró este lunes el cargo de presidente de Ecuador, en una ceremonia en la que arremetió contra los grupos de poder del país y contra los organismos multilaterales de crédito.
Correa, un economista de 43 años que se declara “cristiano, humanista, de izquierda”, aseguró que en su mandato el poder volverá a “su legítimo dueño: el pueblo”.
En su discurso de investidura, Correa no ocultó sus críticas a los grupos de poder político y económico de su país y a organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Para Correa, en su Gobierno de cuatro años se acabará “la amarga noche neoliberal” que, según dijo, ha significado, para su país y para toda América Latina, un periodo de mayor pobreza, desigualdad y endeudamiento.
Por eso propondrá la creación de un tribunal internacional “imparcial”, para revisar la deuda exterior de las naciones y determinar qué montos deben pagarse y cuáles han sido ya cubiertos.
Uno de los principales desafíos de Ecuador es vencer la cultura de endeudamiento, adquirida a través de los años y que lo ha llevado “a una situación de sobre-endeudamiento altamente costosa”, subrayó Correa en la ceremonia de investidura.
El político ecuatoriano es partidario de una nueva arquitectura financiera internacional que cambie la actual dependencia de las decisiones del FMI, organismo que, según dijo, no tiene un contrapeso y que representa, en exclusivo, a los intereses de los acreedores.
Una deuda externa ilegítima
Además, Correa aseguró que “existe deuda externa ilegítima, adquirida en situaciones dudosas, que no se utilizó para los fines para los que fue contratada o que ya ha sido pagada varias veces”.
Consideró que se debe reducir “la dependencia y vulnerabilidad de la región”, a través de organismos de integración como el Banco del Sur, propuesto por su colega y amigo venezolano, Hugo Chávez.
La nueva política económica que quiere aplicar Correa, se dirige, según dijo, a tomar distancia de los organismos multilaterales, cuya financiación son, para el gobernante, la nueva forma de subordinar a los países pobres.
En esa línea, criticó también al “simplismo del libre comercio, las privatizaciones y la dolarización”, que mantendrá en su país, ya que considera que eliminarla en las circunstancias actuales sería un error mayor del que fue su adopción en el 2000.
En el orden interno, Correa se propone dirigir una “revolución ciudadana” para liberar la Patria “secuestrada” por los grupos poderosos.
El cambio de sistema que busca Correa será “radical, profundo y rápido”, en una cruzada que empezó cuando, con su movimiento político, Alianza País, propuso su candidatura a la Presidencia con el lema: “la Patria vuelve”.
“Hoy la Patria es de todos”, dijo Correa, para quien el camino hacia el desarrollo debe estar también basado en la integración regional como un pilar fundamental.
Correa, un bolivariano convencido, aseguró que los países de “América Latina no están viviendo una época de cambios, están viviendo un verdadero cambio de época”.
La “revolución ciudadana” que el gobernante ecuatoriano pretende emprender, se sustenta también en la convocatoria a una consulta popular, cuyo decreto lo promulgó este lunes, con el fin de instaurar en el país una Asamblea Constituyente, con plenos poderes.
Esa iniciativa le ha enfrentado con la mayoría de los diputados del Congreso unicameral, donde no tiene representación y que está dominado por grupos a los que se ha enfrentado frecuentemente.
Aunque ha logrado obtener un frágil apoyo a la Constituyente de la mayoría de parlamentarios, Correa señaló que no negociará con ningún sector que pretenda ofrecer su ayuda a cambio de favores.
“¡La Patria ya no está en venta!”, remarcó Correa, tras indicar que: “El oprobio del pasado histórico, con la venta de la bandera o pactos que canjeaban votos por prebendas, ha terminado para siempre”.