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El mundo intenta evitar los errores de la Gran Depresión

Los países del G-20 hicieron sábado un enérgico llamamiento para evitar todo tipo de medida proteccionista y de esta forma no seguir el camino de la Gran Depresión, en la que la lógica del “sálvese quien pueda” hundió la economía mundial.

En el comunicado final, los jefes de estado y de gobierno se comprometieron a no elevar las trabas al comercio y a la inversión en los próximos 12 meses.

Además, se marcaron el fin de año como la meta para resolver los problemas más espinosos de las negociaciones en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Ha habido declaraciones similares en el pasado, pero el contexto de la crisis las hace ahora más relevantes, porque esto fue precisamente lo que no ocurrió la última vez que el mundo sufrió una crisis financiera del calibre de la actual, cuando en octubre de 1929, la bolsa de Nueva York se derrumbó.

“En 1933 hubo una reunión y los países no se entendieron. La solución fue el proteccionismo y la moral de la historia es que la crisis duró una década”, dijo tras la cumbre de Washington el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega.

Entonces, la cooperación volvió en 1944 con la conferencia de Bretton Woods, en la que se levantó la actual estructura financiera pública internacional.

La cumbre del G-20 de hoy no fue el Bretton Woods II que imaginó el primer ministro británico, Gordon Brown, pues el desacuerdo sobre los detalles, como el nivel de regulación de los fondos de riesgo o medidas específicas de transparencia en los mercados, ha dejado la declaración final en el terreno de las generalidades.

Sin embargo, en cierta forma la de Washington fue superior a la conferencia que tuvo lugar en la pequeña localidad de Nueva Hampshire en el 44, porque demuestra el deseo de buscar una solución común a la crisis desde el principio.

En los años 30, la reacción de los Gobiernos ante la crisis que surgió en Estados Unidos fue desvalorizar sus monedas en un intento de abaratar sus productos y erigir barreras a la entrada de bienes extranjeros.

Ese espíritu de confrontación y desunión favoreció la Segunda Guerra Mundial.

“La lección de los años 30 es que cuando los países compiten entre ellos, hay perjuicio para todos”, dijo a Efe Andrew Cooper, director adjunto del Centro para la Innovación Gubernamental Internacional, un instituto independiente.

El comunicado final de la cumbre reafirma la fe en el libre comercio y el libre mercado, como reclamaba el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.

En medio de una crisis del calibre de la actual, existe una tentación real de tomar medidas para proteger a las industrias propias y sus trabajadores, sin parar a pensar en las consecuencias a nivel mundial, opinan analistas.

“Hay miedo de que tenga lugar esa reacción y ese miedo viene de lo que ocurrió en los años 20 y 30”, dijo Jenilee Guebert, una experta del Grupo de Análisis sobre el G-20 de la Universidad de Toronto.

El comunicado achaca a la falta de coordinación macroeconómica parte de la culpa de la actual crisis.

Afirma, además, que las agencias reguladoras deben asegurarse de que sus acciones no generan “impactos adversos potenciales en otros países”.

Aunque la declaración no da muchos detalles, para Cooper “lo más importante es mostrar un compromiso claro a colaborar, también entre los países del Norte y el Sur”.

La cooperación no siempre ha estado presente en la premura de la crisis actual. “La lección de Europa no es buena, pues primaron los instintos del interés nacional, como destaca el caso de Irlanda”, explicó Cooper.

Irlanda aumentó el nivel de protección de los depósitos bancarios en su territorio de forma unilateral, con lo que perjudicó a sus países vecinos, que vieron una salida de depósitos al no contar con ese grado de garantía.

La Unión Europea elevó la protección de forma colectiva.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) también ha denunciado que algunas de las medidas adoptadas por los países desarrollados han perjudicado a los mercados emergentes.

Por ejemplo, la Reserva Federal había facilitado dólares a los bancos centrales de los países ricos para permitir las operaciones en la moneda estadounidense de sus bancos en un contexto de falta de liquidez.

Hace dos semanas, la “Fed” anunció que extendería el programa a Brasil, México, Corea del Sur y México.

El ascenso del G-20 como el foro “de toma de decisiones” sobre la crisis, en palabras de Amorim, parece un intento de articular una respuesta verdaderamente colectiva a un problema del que ningún país se escapa.

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