Óscar Lorenzo: “La Palma es un mundo reducido que nos precipita en la inmensidad”
El pintor y escritor Óscar Lorenzo acaba de publicar El libro de Sara, un poemario en el que rinde homenaje a la que fue su compañera durante 20 años y que falleció en 2010. “También me empujó a escribir estos poemas el regreso a La Palma, a casa, un hogar, en este caso, vacío; y digamos que enfrentar esa soledad, ir al fondo de las cosas en un diálogo con los ausentes, a lo largo de diez años, con calma, mucho dolor y varias soledades, todo ello como una manera de sobrevivir a una de las formas del dolor humano”, asegura en una entrevista para este periódico. La obra ha sido editada por Ediciones La Palma y ya se encuentra a la venta en las librerías y de forma on line en la propia editorial, en Agapea y en Todos tus libros.
¿Tus orígenes en la pintura han influido de alguna manera en tu escritura?
Sin duda alguna. Nos recordaba el cineasta Robert Bresson, que no era muy amante de las entrevistas, al final de tres preguntas que concedió para un documental y como regalo de despedida, estas palabras de Stendhal: “Son las otras artes las que me enseñaron a escribir”. Ojalá todos pudiéramos conocer y practicar más de una disciplina. La interrelación entre ellas es una forma de aproximarse a la existencia.
¿Antes de El Libro de Sara, de reciente publicación por parte de Ediciones La Palma, te habías iniciado ya como escritor?
Bueno, siempre hay antecedentes. Espero que las mujeres que amé aún guarden mis cartas y poemas de amor, tal vez, algo cursis, pero curiosos. En la escuela y en el instituto escribía, hasta un par de cuentos premiados. Pero podemos decir que en 2006 tuve que hacer la voz en off para una película, y tardé un mes en escribir Lomo Grande, un canto en tres voces que abarca la historia geológica y la historia humana como si hablara la tierra, el Lomo, después de mucho, mucho tiempo. En ese largo poema se halla la voz, la esencia de lo que vino después.
¿Cuál fue la motivación que te llevó a escribir El Libro de Sara?
Nunca es una sola; primero está la promesa de escribir un libro de poemas en homenaje a Sara, mi compañera a lo largo de veinte años, tras su fallecimiento en 2010. Luego está el regreso a la isla de La Palma, a casa, un hogar, en este caso, vacío; y digamos que enfrentar esa soledad, ir al fondo de las cosas en un diálogo con los ausentes, a lo largo de diez años, con calma, mucho dolor y varias soledades, todo ello como una manera de sobrevivir a una de las formas del dolor humano, me empujó a escribir estos poemas.
¿En qué medida el mundo rural e insular en el que vives te ha condicionado a la hora de expresarte como poeta?
Me ha dado un punto de vista simbólico sobre un mundo que se deshace, que cambia a mucha velocidad. La noción de pérdida, de abandono por parte humana y la belleza absoluta, asombrosa de una quietud olvidada. En El Libro de Sara se ve mi amor incondicional a los árboles, a la bruma, a la tierra con sus volcanes dormidos, a los acantilados y playas, a Marcos y Cordero y al monte, al cielo estrellado. La isla es un mundo reducido que nos precipita en la inmensidad, y de ahí, las preguntas que permite la poesía, y solamente la poesía.
Me consta que siempre has sido un lector empedernido. ¿Quiénes son tus referentes literarios y filosóficos?
Después de la esponja de los primeros años de lectura, todo vino hilvanado y ahora, reunidas la biblioteca de Tenerife y la de La Palma, en unos años en que la escritura forma parte de la propia existencia, puedo decir que mis maestros son: John Berger, Marguerite Yourcenar, muchos poetas españoles, Luis Feria, Arturo Maccanti, Josehp Brodsky, Wladimir Holan, los filósofos y poetas griegos, Horacio, Ovidio, Cervantes, Hölderlin, Oscar Wilde, Voltaire, Schopenhauer, Bohumil Hrabal, María Zambrano y Ann Michaels.
¿Tu visión del mundo en que nos encontramos inmersos es optimista o pesimista? ¿Por qué?
Demasiados desafíos que no se pueden dilatar más en el tiempo sin una respuesta adecuada, como el cambio climático y sus consecuencias irreversibles, como el avance del fascismo y la vuelta de la superchería, las megaciudades por un lado y el despoblamiento de los núcleos rurales, por otro, no me hacen ser optimista. No se si ha existido algún periodo histórico digamos tranquilo, pero si es evidente que éste que tenemos el honor de sufrir, es un carro de caballos sin jinete que lo guíe, o más bien, un carro que maneja un jinete ciego.
¿Qué papel han jugado las redes sociales en darte a conocer como escritor?
Los tiempos están cambiando en cuanto a todo lo que es comunicación, y los escritores o poetas no se quedan al margen. Decía el filósofo Javier Gomá que antes sólo tenían un perfil los generales y los reyes con sus estatuas y sellos de correos, ahora las redes sociales nos permiten disponer de una presencia en la realidad virtual pero también real, es decir, puedo mostrar mi obra pictórica y puedo publicar poemas o textos. Eso antes era imposible. Publico dos cosas a la semana en Facebook, no hay que ser pesado. Por otro lado, he podido mantener contacto con amigos que se encuentra lejos, incluso, muy lejos. Puede que ello haya tenido influencia en el hecho de que El Libro de Sara (2021) sea el más vendido de Ediciones La Palma.
¿Cómo ves el panorama insular en lo que se refiere al apoyo a escritores, pintores y artistas en general?
La cultura en Canarias sufrió un tajo en el presupuesto después de la crisis del 2008, del 82%, y aún no nos hemos recuperado. Si nos comparamos con autonomías cercanas en número de habitantes como País Vasco y Baleares, es para echarse a llorar. Lo que hacen los ayuntamientos da pena y a veces, vergüenza. Se han perdido doce años y ya se venían haciendo las cosas mal. Los tiempos son duros y el daño ya está hecho. El tema de la pintura y el arte en la isla de La Palma es un auténtico desastre, es grave, y el de la cultura en general, también.
¿Crees que un escritor debe siempre comprometerse y ser crítico con la sociedad en la que vive?
Los escritores son hijos de lo que viene detrás de la mano, al decir de Cortázar, pero es de agradecer que los escritores o poetas acompañen al ser humano en su sufrimiento, en su enfrentamiento con la adversidad, en la ética de ponerse en lugar del otro. Hay faros que nunca han dejado de alumbrar y el mar está malo. John Berger nos recordaba que todo arte es de carácter ontológico o de denuncia social. Luego está el tedio burgués y la amnesia del mantra de que la lucha no da resultados.
¿Qué dificultades has encontrado para la publicación y distribución de El Libro de Sara?
En cuanto a la publicación, se retrasó un año por la pandemia y el confinamiento que cerró a las imprentas; después, también ha retrasado las presentaciones del poemario, que serán, si nada ocurre en este mundo de vértigo, para diciembre y enero. En cuanto a la distribución, la poesía sigue otros canales que la novela, que es lo que está de moda, y va un poco más lenta, pero El Libro de Sara ya se encuentra en las librerías y se puede comprar on line fácilmente en Ediciones La Palma, en Agapea y en Todos tus libros.
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