María Remedios Gómez: “Llevo años intentando dejar el legado de mi padre a La Palma, pero no está siendo fácil”

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —

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Este 15 de marzo, día en que la hija de Cayetano Gómez Felipe cumplía 80 años, se incorporaba la Casa Museo que el coleccionista tiene en la ciudad de La Laguna a la Red Oficial de Museos de Canarias. Con este logro, su hija María Remedios Gómez García, cumplía el sueño que había perseguido durante muchos años: fundar un museo con la colección de su padre.

Cayetano Gómez Felipe (1902-1978) natural de Los Llanos de Aridane está considerado el mayor coleccionista de antigüedades del siglo XX en Canarias. Años después de su muerte, su hija decidió restaurar su residencia lagunera (localizada a los pies de la torre de la Concepción) y a pensar en el proyecto de convertir su casa familiar en un museo. Ante la falta de ayudas institucionales, decidió en solitario y, con su propio esfuerzo, materializar su sueño. EL 9 de diciembre del 2019, consiguió abrir las puertas de su casa ya convertida en una Casa Museo.

Actualmente la Casa Museo Cayetano Gómez Felipe se ha convertido en un lugar de referencia para los locales y para quienes visitan esta ciudad que ostenta el título de Patrimonio Mundial de la Humanidad.

La Casa Museo ha entrado en la Red Museos de Canarias. ¿Qué significado tiene para usted? 

Un reconocimiento a la labor de mi padre como coleccionista, quien amaba las cosas de la tierra, como él decía. Por mi parte, me siento feliz y con más ilusión para hacer más cosas en pro de nuestra cultura. 

¿Cuándo se convirtió su padre en un coleccionista?

Él nació coleccionista. Ya desde niño sentía atracción por los ‘trastos viejos’ y mis abuelos al ver invadida la casa por tantos objetos familiares y otros que él conseguía, le dejaron las habitaciones de la planta baja de la casa para que creara su gabinete de curiosidades. Con el tiempo, vecinos lo visitaban y personas que llegaban a Los Llanos de Aridane iban a casa de mis abuelos no solo a conocer la colección de mi padre, sino a conocer al ‘personaje’ (risas), que ya estaba en boca de todos por su afición.

¿Comparte usted la pasión de su padre?

Aunque no soy coleccionista como él… ya no entra más nada en esta casa (risas) la labor que he hecho estos años –tan sacrificada como laboriosa- sería imposible si no respetara y amara como mi padre los objetos del pasado. Yo creo que él pensó muchas veces que a su muerte yo iba a despilfarrar todo lo que él había coleccionado y me dedicaría a la dolce vita. Me dijo que me dejaba una carga que podía condicionar mi vida. Sin saber qué ocurriría en el futuro, siempre supe que tenía que conservar sus objetos porque formaban parte de nuestra vida.

¿Cómo describiría a su padre?

Mi padre era muy peculiar, amaba todo lo que tuviera más de 100 años, incluso sentía predilección por la gente de más edad que le contaba historias. Tenía una gran memoria y disfrutaba con cualquier conversación. Al quedarnos huérfanos de madre con muy pocos años, mi hermano y yo fuimos a vivir con mi abuela materna. Ella, en cierta medida, entendió su vocación coleccionista y le permitió que inundara su casa de cosas, pues como ella decía “no tiene otro vicio que las cosas antiguas…”.

¿Cuál es su mayor satisfacción con este museo?

Ver cómo los visitantes de todas las edades disfrutan y que ellos se lleven una visión de cómo era la vida de las personas que nos precedieron. Mucha gente se enternece al ver objetos del Museo que les recuerdan a su niñez y a momentos concretos de su vida. Lograr conectar a las personas de hoy con el pasado y que disfruten y se emocionen me causa gran satisfacción.

Después de haber logrado algo tan extraordinario como hacer un Museo con la colección de su padre, ¿le queda algún sueño por cumplir?

Pues sí, te agradezco la pregunta. Estoy desde hace años con el deseo de convertir la casa natal de mi familia en Los Llanos de Aridane en un Museo de Historia y Etnografía. Los lectores deben saber que allí en los años 30 estuvo el museo de mi padre, el primer museo de la ciudad. Hace años manifesté mi voluntad de donar mi casa y meterme en ese proyecto, porque quiero ayudar a construirlo y me hace ilusión también disfrutarlo. Yo proveería el museo de objetos y documentos relacionados con la isla de La Palma, con sus costumbres, vestimenta, tradiciones, etc., los cuales solo tendrían cabida allí.

¿Qué ha ocurrido para que no se haya llevado a cabo si ha dado todas las facilidades?

Que falta voluntad, interés y, sobre todo, ¡fuerza! Si los políticos tuvieran un poquitito de la voluntad que he tenido yo durante estos 40 años… ya el Museo estaría hecho. Dejo constancia con estas palabras a mi querida isla de La Palma y al pueblo de Los Llanos de Aridane, que llevo años intentando dejarles el legado de mi padre pero que no está siendo fácil. Sin embargo, tengo que decir que algo positivo ha ocurrido hace poco tiempo. La consejera de Cultura y Patrimonio del Cabildo de La Palma y el señor presidente me recibieron y vislumbré voluntad.   

Unas últimas palabras

Animo a las instituciones de la isla a que piensen en el pueblo y en las generaciones futuras y apoyen esta iniciativa. Si quieren me pueden visitar en La Laguna y así ven cómo recibimos cientos de estudiantes a los que formamos en el amor a nuestro pasado, como turistas de diferentes partes del mundo disfrutan conociendo nuestra cultura… toda esta  ‘magia’ se puede ver en la Casa Museo de mi padre en La Laguna. No quiero mayor felicidad que esta también se repita en su ciudad natal (se emociona). Ochenta años ya son muchos, pero lucharé hasta mi último aliento para conseguirlo.

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