Gato arrepentido

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El gato arrepentido 

sabe que caerá solo por no haber advertido 

el precipicio.

 

De todas las maneras posibles de habitar 

se acurruca en el rellano, 

en su puerta de cristal, 

bajeza y no caída, 

milímetro azaroso de toda posibilidad.

 

Al deberse a sus pezuñas 

al salto proporcional, 

va rasgando sus abrigos, 

su pelaje animal, 

de peligros existentes, 

de saltos al azar, 

hasta llegar al más hondo cuello subterráneo, 

la guarida inevitable, 

el tibio maullido final.

Andrea Bernal