Estudian la acidificación de los océanos desde el laboratorio natural Punta de Fuencaliente
“Los impactos derivados del cambio climático, como consecuencia del aumento de emisiones de dióxido de carbono (CO2), son cada vez más evidentes. Tanto el calentamiento, aumento del nivel del mar, el incremento de la radiación UV y/o la acidificación del océano están provocando importantes cambios en la biodiversidad como función de los ecosistemas marinos”, asegura el biólogo marino Carlos Sangil, investigador del proyecto Comunidades Marinas y Cambio Climático de la Universidad de La Laguna, que este miércoles, 22 de mayo, a las 20.00 horas, ofrecerá una conferencia, organizada por el colectivo Isla Azul, en la Casa de la Cultura de Los Llanos de Aridane con el título Impacto de la acidificación de los océanos sobre la biodiversidad marina: evidencias desde el laboratorio natural Punta de Fuencaliente.
“Las series de históricas de temperatura indican una tendencia significativa en el calentamiento de los océanos, con proyecciones de un aumento de 2ºC antes de finales de siglo”, asegura Sangil, y añade: “Ante el incremento de la temperatura, la típica respuesta de las poblaciones de organismos es su cambio en la distribución, de tal manera que las especies templado-frías tienden a refugiarse hacia altas latitudes geográficas en busca de un hábitat propicio para su desarrollo, mientras que las especies templado-cálidas y tropicales extienden su distribución siguiendo las nuevas condiciones de temperatura”.
“Esto no implica que toda la biodiversidad existente en los océanos sea capaz de encontrar nuevas áreas de distribución en el contexto del calentamiento global, ya que las estrategias de vida de muchos organismos les impide colonizar nuevos hábitats en la velocidad que cambia el océano, y esto evidentemente desembocará en que muchas especies desaparecerán de muchas de sus aéreas de distribución (extinciones locales), mientras que otras desaparecerán irremediablemente de los océanos”, asegura.
“La acidificación del océano, debido también a la absorción del CO2 por parte del agua de mar y al desencadenamiento de reacciones químicas que incrementan la concentración de ácidos en el agua, de la cual se prevé una caída de 4 unidades de pH, desde 8,1-8,0 unidades a 7,7-7,6, tendrá sin embargo efectos más perniciosos sobre el medio marino”, sostiene.
“Los primeros perjudicados serán los organismos que calcifican los carbonatos en sus estructuras biológicas, los cuales se verán más o menos incapacitados para producir estas estructuras. Por otro lado, sobre la composición y abundancia de los organismos fotosintéticos variará fuertemente debido a que existen diferentes estrategias de asimilación de carbono inorgánico en el proceso de fotosíntesis, y por ejemplo organismos que no tienen una eficiente forma de asimilar el carbono inorgánico presentarán en un océano ácido más ventajas al estar este en una concentración mayor. Pero lo que es más importante aún, un ecosistema se organiza y funciona gracias a las múltiples interacciones entre especies, por tanto, la reducción o incremento de una simple especie, puede desencadenar efectos en cascada sobre todo un ecosistema cambiando su biodiversidad y organización”, precisa.
Carlos Sangil recuerda que “hasta la fecha, la mayor parte de las investigaciones sobre acidificación se han realizado mediante experimentación en laboratorios y basados en la respuesta de unos pocos organismos y en periodos cortos de exposición a acidificación. Estos experimentos son esenciales para identificar las respuestas individuales a la acidificación oceánica. Sin embargo, estos estudios experimentales no pueden predecir las consecuencias a largo plazo de la acidificación en los ecosistemas marinos, ni la capacidad de los organismos marinos para aclimatarse y adaptarse al aumento de la acidez del agua de mar. Esto es debido a las limitaciones que supone la experimentación en laboratorio, como son el bajo número de factores ambientales y especies con los que se puede trabajar a la vez, así como el corto espacio de tiempo en el que se realizan. De esta forma, se ignora por completo la posible sinergia entre factores ambientales, la interacción entre especies y su capacidad para adaptarse”.
“Como alternativa a la experimentación en laboratorios, se están comenzando a estudiar entornos naturales con afloramientos de CO2. Estos lugares son excelentes laboratorios naturales, esenciales para entender el futuro a partir de los de comunidades y poblaciones de organismos ya aclimatados a la acidificación. Estas zonas presentan características químicas análogas a las que se predicen para los océanos del futuro dentro de 50 o 100 años. Se han descrito 15 afloramientos ligados a territorio volcánicos, como el recientemente encontrado en Fuencaliente; destacan, en mares templados, la zona de afloramientos en praderas de Posidonia oceanica de Ischia (Italia) y los afloramientos en comunidades coralinas profundas de Columbretes. Por otro lado, también existe varios afloramientos en zonas de arrecifes coralinos de Papúa Nueva Guinea, Japón y las islas Marianas. En común, en estos sistemas comparten una disminución significativa de la diversidad, biomasa y la complejidad trófica de las comunidades bentónicas, con importantes disminuciones en la abundancia de organismos que contienen carbonato cálcico, y una mayor abundancia de macroalgas erectas y corales blandos”, detalla.
“En el caso particular de los afloramientos de CO2 de la Punta Fuencaliente, constituyen sin duda el laboratorio natural más importante en el Atlántico. Sus diferentes afloramientos crean gradientes de CO2 y pH que se asemejan a las predicciones de acidificación del océano realizadas por el Panel Internacional para el Estudio del Cambio Climático (IPCC). Además, es una zona sin otros gases que puedan afectar a la biota y no presenta burbujeo. Las comunidades de organismos que se establecen en torno a los afloramientos son para algunos grupos de organismos significativamente diferentes a entornos cercanos no afectados por la acidificación, y también existen algunas poblaciones que han conseguido adaptarse y la acidificación parece no afectar a su desarrollo”, concluye.
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