Diez años de cárcel para una etarra “orgullosa” de pertenecer a la banda
MADRID, 30 (EUROPA PRESS)
La Audiencia Nacional ha condenado a diez años de cárcel a la etarra Idioa Mendizabal, que dijo sentirse “orgullosa” de su militancia en la banda terrorista ETA, por colocar una bomba que no llegó a explotar en los servicios de caballeros de la Bolsa de Bilbao el 4 de marzo de 2002.
La sentencia considera probado que Mendizabal, que formaba parte del 'comando K-Olaia', participó en la colocación de un artilugio explosivo compuesto por casi 20 kilos de cloratita y 35 gramos de dinamita Titadyn con el fin de “causar alarma y temor en la población”.
Tanto Mendizabal como Asier Arzalluz Goñi y el exjefe militar de ETA, Garikoitz Aspiazu Rubina, al que la resolución no cita por su nombre, se ocultaban en un edificio situado en la calle Txiqui Otaegui de Amorebieta (Vizcaya), que fue alquilado en diciembre de 2001 por el también etarra Gorka Martínez Arcarazo, y ocultaban armas y explosivos en una lonja situada en la calle Pedro Castillo de Galdakao.
HUELLAS Y UN DOCUMENTO INCAUTADO A 'SUSPER'
El tribunal, presidido por Javier Gómez Bermúdez e integrado por Manuela Fernández Prado y Ramón Sáez, justifica su condena en que en un 'zutabe' (boletín interno de la banda) que fue hallado en el piso de Amorebieta se encontraron las huellas de Mendizabal, lo que probaría su pertenencia al 'comando K-Olaia', y el hecho de que al exjefe militar de ETA Ibon Fernández de Iradi, 'Susper', se le incautó un documento el que se decía: “Bolsa de BIlbao, 20 kg., reforzante, K.Olaia, las conexiones estaban mal hechas”.
A partir de estas dos evidencias la sentencia considera a Mendizabal autora de un delito de estragos terroristas en grado de tentativa al valorar que era miembro del citado 'comando' el día de los hechos, pues “sus huellas aparecen en el lugar usado por los delincuentes para ocultarse, sitio que, por su destino, no es accesible a paersonas ajenas al grupo”.
La resolución judicial también destaca que la acción terrorista pudo “afectar indiscriminadamente a cualquiera que estuviera en las proximidades del lugar”, al tiempo que subraya la “peligrosidad” de la acusada que “con manifiesto desprecio a la sociedad en su conjunto” hizo “ostentación públicamente” de su condición de terrorista.
“Soy militante de ETA, estoy orgullosa de mi militancia y, como no le doy ninguna legitimidad a este tribunal, no voy a contestar a ninguna pregunta”, señaló Mendizabal al comienzo de la vista oral, que se celebró el pasado 24 de noviembre.
FUE DESACTIVADA
La bomba, que estaba oculta en una bolsa, no llegó a explotar al no funcionar de forma correcta el sistema de iniciación. El atentado fue reivindicado por ETA en un comunicado emitido un mes más tarde.
Mendizabal fue condenada a 377 años de cárcel por su participación en el intento de asesinato de la teniente de alcalde de Portugalete (Vizcaya) Esther Cabezudo, el 28 de febrero de 2002, mediante la colocación de un 'carrito bomba' que debía estallar a su paso por la calle que conducía al Ayuntamiento.