623 milésimas
Carmen Guerra tiene contabilizados los días que lleva Zapatero sin recibir en el Palacio de La Moncloa al presidente del Gobierno de Canarias: 623. Exactamente, suspiro arriba, suspiro abajo, las milésimas de segundo que duró el silencio incómodo que se hizo en el Centro Insular de Deportes, en una tarde que iba sobre ruedas, a ritmo -inmigrante- sudamericano, con Pepe Benevante animando el cotarro.
Pero doña Carmen tuvo la ocurrencia de confundir el mensaje institucional de la lealtad inquebrantable del PP al pacto que le liga ya de por vida a CC con la audiencia antinacionalista canariona que este jueves llenó el pabellón de la Avenida Marítima. Mariano Rajoy lo había dicho por la mañana en Santa Cruz de Tenerife, en tierra santa para semejante titular: “Paulino Rivero será el primer presidente autonómico que reciba en La Moncloa”. Quizás por eso, Carmen Guerra, subida en un cajón para dar la altura ante el atril, quiso emularlo sin mentar del todo a la bicha.
Había hablado ya Miguel Jorge Blanco. La gente aplaudía a rabiar. Le tocaba el turno a la candidata al Congreso. Quedaban por delante los chistes de Soria sobre las cejas de Zapatero y la reforma del piso del ministro Bermejo y los zarpazos de Rajoy a Juan Fernando López Aguilar. Y la candidata, entonando como si de una arenga militar se tratara, se desgañitaba leyendo en un papel los 21 municipios de Gran Canaria. “¡¡Por Gran Canaria, por Fuerteventura, por Lanzarote!!”.
Y patinó. Recordó los 623 días en un foro inadecuado. Se hizo por un instante el silencio. Se escucharon dos o tres silbidos. Los aplausos sonoros se volvieron tenues, aburridos, de compromiso, para ayudarla a salir del charco, y remontar con voz mesiánica hasta pedir, en mitad de un gallo final, un “pío pío” para recibir “al alma del partido en Canarias”.
Fue la jugada tonta de un partido ganado de antemano. Así son los mítines. Los mensajes repetidos durante meses volvieron a retumbar en el Centro Insular de Deportes ante una parroquia entregada: terrorismo, inmigración, inseguridad, los precios que suben...nada nuevo bajo el sol.
Pero el detalle no pasó inadvertido. El mensaje del PP en Canarias también difiere según el territorio. Tanto, que cuando le tocó el turno a un Rajoy pletórico, en plan ganador que se gustó a sí mismo, ni se le ocurrió devolver a la mente de sus entregados fieles la imagen de Rivero en la escalinata de La Moncloa. Allí no tocaba.
Eso sí, Rajoy volvió reivindicar que es más canario que el gofio con un “Yo cumpliré con Canarias, la tendré aquí (se llevó la mano al corazón) y aquí (y a la cabeza)”. Fueron 60 minutos milimetrados, con esos 623 suspiros de por qué han tenido que invitar a Paulino a esta fiesta. Cosas de la canariedad.