Espacio de opinión de Canarias Ahora
Los camellos en la identidad del paisaje de Gran Canaria
¿Cuándo dejamos de admirar la imagen de los camellos deambulando por la isla mientras transportaban mercancías o personas a su ritmo pausado casi de bolero? ¿Acaso no existió aquella sociedad isleña que convivía con camellos, caballos, burros y bueyes, por las pistas llenas de curvas?
Así es nuestra isla también, jorobada, siempre subiendo y/o bajando una curva tras otra. Y también nuestro instrumento musical más representativo, el timple o camellito por esa forma de joroba que dieron a la tapa posterior.
Por ello, para la gente isleña el camello es más que un exotismo de souvenir. Es el motivo que siempre acompañó las imágenes de nuestra memoria. Y, así, mi abuela nos increpaba las mataperrerías de críos llamándonos majalulos. Hasta que una vez me aclararon que significa ‘camello joven’, por torpes e inmaduros. Aunque la verdad es que no se trata de la única palabra que conservamos vinculada a los camélidos.
Nuestros pueblos están llenos de topónimos relacionados con este animal, especialmente en las dunas de Maspalomas, donde las lomas y barrancos llevan nombre de camelleros al igual que varias calles y también hay una plaza con una escultura dedicada a los camelleros, realizada por Etual Ojeda. Y en un futuro próximo, habrá quien se pregunte el motivo de la presencia de esos vestigios sobre un animal que estuvo presente en casi todos los rincones de la isla.
Desde la conquista hasta la actualidad hemos convivido con estos animales que ayudaron a llevar las piedras de molino, campanas, rocas de sillería y cosechas por senderos de barrancos hasta la cumbre. En Agüimes tuvieron el acierto de convertir la ‘casa de los camellos’ en hotel rural y centro de formación de Hecansa. En su patio se aprecia la magnitud de los establos del feudo eclesiástico o señorío episcopal y podemos imaginar la presencia de los animales y la gran actividad agrícola que tuvo aquel reducto controlado por la curia hasta el Obispo Verdugo.
En aquellos tiempos en que se abolió el señorío de eclesiástico de Agüimes, muchos científicos y viajeros visitaron las islas. De esa época destaco como símbolo de gran repercusión la imagen sobre el camello de la autora de la obra ‘Tenerife y sus seis satélites’, Olivia M. Stone (1887), quien marca un hito en las publicaciones de viajeros.
A comienzos del s XX aparecen los primeros folletos, postales y guías turísticas locales e internacionales (Brown, Baedecker) incluyen ilustraciones en interior y sus portadas con la estampa de los dromedarios cargando mercancías o simplemente siendo guiados por sus porteadores, asociando el destino turístico al simbolismo exótico de dicho ganado, ya con el uso del lema ‘Gran Canaria. Continente en miniatura’, creado por Domingo Doreste ‘Fray Lesco’. Támbien en esos comienzos de siglo podemos ver las figuras de Alfonso XIII, o del ministro Galo Ponte, visitando la isla a lomos de un camello.
La consolidación de la imagen turística del camello en Canarias viene de la mano de Néstor Martín-Fernández de la Torre, quien no sólo ilustra sus murales, folletos y cuadros (Parador de Tejeda, Pueblo Canario y en los murales del Real Casino de Tenerife…) con la figura del camello, sino que hace uso de este animal para la representación canaria en la fiesta de las regiones en Madrid, y en su puesta en escena del tipismo en el Pérez Galdós las navidades de 1935, así como en las primeras cabalgatas de Reyes Magos que organizó en su isla natal. Néstor Álamo se inspiró en el dibujo de la Boda Canaria para dar mayor atractivo turístico a la romería-ofrenda del Pino.
Ya que hablamos de artistas, en el salón de plenos del Cabildo de Gran Canaria se aprecia la estampa del camello en el mural realizado por Jesús Arencibia. Otros de los grandes artistas que han incorporado los camélidos en sus obras son Felo Monzón, Manolo, Eduardo y Jane Millares Sall, Pepe Dámaso, lo que demuestra la vinculación del camello con la cultura isleña.
El turismo se consolida a mediados de los años 50 en la capital grancanaria, si bien muchos de los visitantes que llegan se trasladan los días de ‘panza de burro’ al sur de Gran Canaria en excursiones de larga duración por las malas infraestructuras viales existentes en la isla. Sin embargo, en esos momentos ya podían contratar los servicios de los camelleros de la zona (en las imágenes portando cajas con las siglas V-G: del condado de la Vega Grande) para dar paseos por las dunas. Asimismo, se consolida la imagen exterior de destino exótico por la presencia de los camellos en publicaciones tan famosas como The National Geographic en amplios reportajes publicados en los volúmenes LVII número 5 (mayo, 1930) y CVII número 4 (abril, 1955).
Los camellos son retratados en las zafras de tomates y el entorno de los mercados y en la carga de los barcos que llevaban nuestros plátanos, vinos, hortalizas a los puertos europeos, así como en las tomas realizadas para diversas películas que comienzan a grabarse en la isla.
Los motores de combustión facilitaron el transporte por mar y tierra. Los buques y trenes comienzan a popularizar los viajes, construyéndose los primeros vehículos para carga y labores agrícolas, los tractores y camiones, lo que deja a los camellos al borde de la extinción en la isla. La familia condal contrata al fotógrafo Fachico Rojas en 1960 para que realice un reportaje gráfico para ilustrar el libro del Concurso Internacional de Ideas Maspalomas Costa Canaria. El autor se fija en los usos turísticos incipientes que se da a los camellos que todavía eran utilizados por los agricultores para la zafra y convierte la imagen del camellero paseando por las dunas como el icono del concurso. En aquel entonces se realizaban excursiones con uno o dos camellos, los cuales llegaban a transportar hasta cinco personas.
Una vez iniciadas las obras en San Agustín, el acceso al sur es mejorado por carretera y crece la afluencia de turistas. Los camelleros son muy demandados y se convierten en la estampa del destino turístico, con recorridos que abarcan el Centro Helioterápico o los hoteles y nuevos complejos turísticos. Entre los ‘viajeros’ ilustres de las excursiones en camello figuran la mayoría de los astronautas de la NASA de los diferentes programas: Redstone, Mercury, Gemini y Apollo, siendo los tripulantes del Apollo XI sus usuarios más famosos: Armnstrong, Aldrin y Collins.
Los camellos se adaptaron a los usos que la sociedad dejaba para la vida animal en un territorio en el que -casi- por cada habitante hay un vehículo. El problema es que un transporte tan lento no tiene cabida en el sistema modal motorizado que cubre toda la isla. Las dificultades y la pérdida de interés económico hicieron desistir a muchos camelleros de continuar la crianza y mantenimiento con vistas a mantener una manada. El resultado es la crónica de una extinción anunciada en la isla, donde el camello ha pasado de ser un colaborador extraordinario para su desarrollo para convertirse en un ser marginal o marginado.
La actividad de las excursiones en camello ha sido en el último medio siglo la alternativa viable para la preservación de la raza autóctona de camélidos de Canarias reconocida por la UE, tras su reconversión hace más de 60 años como actividad turística que rememora la presencia de este animal en el ‘desierto’ de las dunas desde hace 550 años. Actualmente, esta actividad que se desarrolla junto a un acceso en el límite noroeste del espacio protegido, se ha consolidado como la más antigua oferta de ocio complementario en Gran Canaria, singular de la isla y enraizada en sus tradiciones. Además, realiza una labor fundamental de interpretación y concienciación sobre el espacio protegido para los turistas y residentes (así como para Personas con Movilidad Reducida), quienes reciben amplia información de los valores del espacio protegido, su flora y fauna, así como el paso por sendas autorizadas.
La entidad Caballerizas Maspalomas, creada en 1971 para regularizar la actividad empresarial que venía realizándose, se ha mantenido hasta la actualidad, atendiendo siempre los requerimientos de la Administración para la mejora del espacio natural, como fue la supresión de las excursiones y carreras a caballo por las dunas y la línea de costa, la retirada de instalaciones y flora introducida, la limitación de senderos y rutas, así como el horario de las excursiones.
Ante el proceso de crisis climática y desaparición de las especies en el planeta, los expertos coinciden en la importancia vital que supone la conservación y conocimiento de las especies de camélidos, cuyo metabolismo singular hace que su sangre y su leche dispongan de cualidades medicinales aún por descubrir y aprovechar. Asimismo, estamos ante una especie que puede ser aprovechada para diversas actividades de transporte.
No trato con este comentario pedirles que adopten un camello, pero sí que volvamos a defender su existencia en nuestra isla, en nuestro paisaje y tradiciones. Respetando su bienestar, favoreciendo su supervivencia, tomando con precaución y cautela todos los tópicos y críticas infundadas a la actividad de un animal que vive adaptado a las condiciones extremas en el desierto del Sahara y encuentra, en nuestras islas, un espacio donde hace más de cinco siglos se convirtió en su hogar..