Santa Cruz vuelve a la normalidad
Barro en las calles, tanto que caminar resultaba peligroso este martes en una Santa Cruz de Tenerife envuelta en lodo a la que llegado la normalidad, poco a poco, conforme el cielo dejó de amenazar y los servicios básicos se fueron restableciendo.
Veintisiete mil personas se quedaron sin luz entre el lunes y el martes, pero al mediodía de este martes ya eran solo 7.500 los afectados. Desde primeras horas de la mañana, los servicios municipales de limpieza y sus subcontratas, han limpiado a destajo el centro de la ciudad, pero en barrios de Anaga o en barrios más altos, como Taco, Sobradillo, y sobre todo en las viviendas de La Cuesta, que enlaza Santa Cruz con La Laguna, la resaca del temporal todavía era muy visible
El grueso de la borrasca se vivió este lunes. Arrancó a eso del mediodía en el sur de Tenerife, venía precedida y realimentada de su paso por La Palma y El Hierro, y se ensañó con algunos puntos de la capital tinerfeña y La Laguna, pero sobre todo en zonas del sur y medianías, como Arico, Güímar, Adeje y Granadilla de Abona.
“No he visto algo así desde el 8 de mayo de 1944”, asegura Gregorio Hernández, un vecino 79 años de María Jiménez, un barrio de pescadores ubicado en un barranco, a cuatro kilómetros de la Playa de las Teresitas, que fue masacrado en 2002, cuando una gota fría se cebó con la capital tinerfeña, y rematado por la Tormenta Delta del 28 y 29 de noviembre de 2005.
“Más agua que en el 11-M”
Las comparaciones son inevitables. En María Jiménez, donde el agua acumulada que este lunes viajaba ladera abajo desde Anaga,y que hizo saltar la baranda de un puente y desbordar los cauces del barranco, las imágenes eran parecidas a las de otras tormentas, pero a diferencia, nadie ha tenido que se ser evacuado ni hay más daños particulares que garajes inundados de lodo y piedras.
Aún así se estudia declararla zona catastrófica, junto con el barrio de Taganana, al otro lado del macizo y que quedó incomunicado por carretera y por teléfono.
No ha sido tan fuerte como en marzo de 2002 pero todos los vecinos parecen igual de asustados: “No he visto correr tanta agua en el barranco en mucho tiempo, mucho más que en el 11-M”, afirma Cosme, que regenta un bar a la entrada al barrio. “La diferencia es que en otras tormentas el viento fue más fuerte y por eso no ha habido más daños. Si lo bueno es que no ha pasado nada”, asegura mientras limpia su coche, con marcas de barro hasta la ventanilla.
En el centro de Santa Cruz el horizonte se despejaba poco a poco, incluso clareó. Muchos establecimientos aprovecharon que era festivo para no abrir, pero cafeterías y restaurantes se animaron a hacerlo conforme el cielo despejaba. “Mejor quitar el barro hoy, que hay pocos clientes”, opina Alberto Marín, camarero, que con una manguera y un escobillón intentaba limpiar la entrada al establecimiento. Solo a dos metros de distancia, cuatro barrenderos no daban abasto para recoger las hojas y ramas que taponaban los sumideros de las alcantarillas. Los 600 trabajadores de Urbasur y los agentes de la Unidad de Intervención de la Policía Local (Unipol), trabajan a destajo.
En unas horas, ayer, la Avenida Tres de Mayo, construida hace ocho años, y la bajada desde el recinto Ferial al Auditorio, se convirtieron en ríos de agua, tierra y piedras, que bajaban de la parte alta de la ciudad. El aparcamiento del Auditorio quedó inundado, y los alrededores son literalmente intransitables.
La zona norte, desolada
El panorama a la zona más alta de la ciudad es desolador. Ramas arrancadas y barro inundan el recorrido del tranvía, tanto que solo puede funcionar entre Taco y La Trinidad, el tramo que ha dado tiempo a limpiar, por lo que no hay peligro de que descarrile ningún convoy, como pasó el lunes, que los bomberos tuvieron que evacuar a los pasajeros, sin incidentes.
Carmela Luz Reverón mira apoyada a la fregona el trabajo que le espera, mientras dos de sus nietos y su yerno quitan a paladas toda la basura que el agua ha dejado a la puerta de su casa, en el Sobradillo. “Lo más urgente son los sumideros de las alcantarillas. No podemos esperar a que vengan a limpiarlos, que va a llover otra vez y nos inundamos”, afirma la mujer.
La luz ha vuelto hace poco, también el agua. Cerca suyo, unos vecinos achican agua de un garaje con una bomba. Los garajes inundados y los locales anegados se suceden en la zona. No hay mayores daños y los hospitales de La Candelaria y del Universitario de Canarias ya han recuperado el fluido eléctrico.