''Siempre para delante, como decía Marcelino''
Fueron el vínculo entre Carabanchel y Canarias durante la dictadura franquista. Josefina Samper y Marcelino Camacho acogieron durante los años de represión a las familias canarias que acudían a la cárcel del madrileño barrio para visitar a los hombres encarcelados por oponerse al régimen. Samper y su hija Yenia Camacho han estado hoy en El Correíllo para hablar de sus memorias el mismo día en que Comisiones Obreras celebra en Las Palmas de Gran canaria un homenaje al líder sindical fallecido el 29 de octubre de 2010, coincidiendo con el 80º aniversario de la proclamación de la II República.

Una de esas invitadas fue Mela Campos, viuda de Toni Gallardo, secretario general del Partido Comunista de España en Canarias. “Eso era como mi casa”, ha contado por teléfono, “nos trataban cobn un cariño inmenso”. Campos ha recordado junto a su compañera de lucha aquellos años “muy dolorosos”. “Los canarios teníamos un handycap y es que solo podíamos ver a nuestros maridos una vez al año”.
Yenia también guarda algunas de esas imágenes en la memoria, como un dibujo que Toni regaló a Marcelino y que este “conservó siempre en el escritorio de su despacho” . Aquella niña, nacida en Orán (Argelia), que llegó a España con siete años se siente orgullosa, no avergonzada de la encarcelación de su padre. Frente a quienes pretendían ridiculizar a la familia, Yenia, ya adolescente, encontró “solidaridad” entre los compañeros que estaban con ella en la lucha.
El exilio
La historia de amor entre Josefina y Marcelino se forjó en Orán. “Nuestro barrio era el que pillaba más cerca del centro y nos pidieron que preparáramos una merienda para los que se habían escapado”. Entre esos prófugos de prisión se encontraba un Marcelino “muy delgado”. “Lo único que veíamos era el pelo, como no se lo cortaban en la cárcel, lo tenía larguísimo”, ha contado Samper.
Aquello fue un flechazo, pero les unió su ansia por echar abajo el régimen franquista. “Tenía que ser como yo”, ha asegurado entre risas Samper, que por aquel entonces militaba ya en en las Juventudes Socialistas desde el exilio en Argelia. Años después, en 1957, con dos niños en casa, Yenia y Marcelino, decidieron regresar a España: “Nuestra lucha estaba en nuestro país, no en Argelia”. La situación se ponía, además, “peligrosa”. Los árabes empezaban a rebelarse contra la ocupación francesa y el indulto del general Franco llegó a tiempo, de ese modo, la familia, “que no tenía mancha de sangre”, pudo regresar a Madrid y seguir trabajando para “cambiar el régimen y que hubiese una democracia”.