Testigo protegido cambia su versión de la muerte de un varón en Gran Canaria y dice que “la Policía” le presionó

“Es un secreto a voces” que J.C. es “temido” en barrio, según agente

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 6 (EUROPA PRESS)

Un hombre hasta ahora testigo protegido de la Guardia Civil sorprendió hoy al cambiar radicalmente su versión de la muerte de un varón en el Polígono de Arinaga, en Agüimes (Gran Canaria), y argumentó que “la Policía” le “presionó” para que inculpara a J.C.L.R., acusado de un presunto delito de homicidio.

Rechazó declarar detrás de un biombo a través de un distorsionador de voz y quiso dar la cara y mostrar su identidad. Así, una vez sentado cerca del procesado, se desdijo de cada una de las palabras que había expuesto tanto en su declaración ante la Guardia Civil como cuando compareció de forma voluntaria en el Juzgado de Instrucción número 7 de Telde, a fin de relatar lo ocurrido la madrugada del 10 de noviembre de 2007 en la Urbanización La Paz.

Después de cerca de dos años y medio, el testigo protegido de la Benemérita se retractó durante la segunda jornada del juicio con Tribunal de Jurado celebrado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas contra J.C.L.R., detenido en 26 ocasiones por diversos delitos relacionados, entre otros, con amenazas y coacciones, y condenado por un delito de atentado al agredir a un guardia civil, por un delito de lesiones y otro de allanamiento de morada con amenazas, además de estar imputado por supuesto tráfico de drogas.

“LE PEGÓ UNA PIÑA Y UNA GALLETA”

Ante la sorpresiva y contradictoria declaración del testigo, el fiscal Carlos Seijó le advirtió de que el falso testimonio en causa judicial está penado con cárcel.

El hombre admitió ser amigo del acusado “desde hace 20 años” y le describió como “una persona normal”, que ha tenido “algún problema con la Policía y la Guardia Civil”. “Que yo sepa no causa miedo ni intimidación”, añadió.

De este modo, indicó que sobre las tres de la madrugada del 10 de noviembre de 2007, el procesado y su novia se presentaron en su casa, le explicaron que habían tenido un accidente con el coche y le pidieron ayuda. Además, J.C.L.R. le comentó que había tenido un problema con el fallecido, quien le pidió 20 euros y él “le pegó una piña y una galleta”.

Agregó que, posteriormente, los tres subieron en su coche y se dirigieron hacia el vehículo accidentado, después dejó a la pareja en su vivienda y él llamó a la grúa. Negó haber vuelto a ver al difunto, al que “sólo” escuchó insultarles cuando se fueron del barrio.

Sin embargo, en su declaración policial el 12 de noviembre de 2007 “contó algo completamente distinto, al igual que el 23 de noviembre de ese mismo año”, recordó el representante del Ministerio Público, que evocó las palabras del testigo sobre que vio cómo J.C. estampó la cabeza de la víctima contra el pavimento, al tiempo que le decía gritando: “a mí se me respeta”.

“DIJE LO QUE ME DIJO LA POLICÍA”

“Dije lo que me dijo la Policía, me estaban asustando y me presionaron para que lo declarara porque si no yo me iba a comer 20 años de cárcel. Era yo o él. Si me hubieran dado un papel en blanco también lo hubiera firmado. Me empujaron contra la pared”, subrayó.

El fiscal evocó que en su primera declaración dijo que J.C. “le pegó a la víctima dos cachetones, le golpeó la cabeza contra el suelo” y que el testigo incluso oyó “el golpe”. En su declaración en el juzgado dos semanas después de los hechos declaró lo mismo, y hoy aseguró que no planteó al juez las supuestas intimidaciones policiales porque “estaba asustado porque había un policía fuera”.

Ante ello, la Fiscalía recordó que el testigo primero quería declarar y después confesó “bastante miedo porque le podía pasar algo en el Polígono”. Comentó que “el problema era que todo se iba a saber en seguida y que tenía miedo por lo que pudiera pasarle a él o a su familia. Estaba aterrorizado con lo que J.C. podía hacer”, citó el fiscal palabras del propio testigo, quien, según Seijó, llegó a decir en su día que “no quería comerse ningún marrón y temía haber participado en un hecho criminal”.

“Es verdad que dije eso a la Policía, pero la Policía me había dicho todo lo que tenía que decir y que este hombre era peligroso”, apostilló el testigo, que negó haber recibido amenazas para cambiar su declaración hoy.

“BASTANTE FAMOSO”

Al día siguiente del suceso, vecinos le informaron de la muerte del hombre, que “había tenido una pelea”, y, tras ser hallado en el suelo, “le echaron agua, se levantó, se volvió a caer y se dio un golpe en la cabeza”, relató. En todo caso, reconoció que “algo tenía que ver” en su muerte el hecho de que J.C.L.R. le propinara “una piña y una bofetada”.

Durante el juicio declararon 16 guardias civiles, que coincidieron en que la Urbanización la Paz es “una zona conflictiva”, donde J.C.L.R. es “bastante famoso por ser una persona violenta y por tráfico de drogas”. Uno de los agentes dijo que cuando se tomó declaración al testigo protegido les confesó que “tenía mucho miedo” y pidió que no figurase su identidad en las diligencias.

“Era un hombre que temía decir su verdad de los hechos”, añadió el instructor del caso, que negó haberle coaccionado. Por su parte, un efectivo aseguró que el testigo temía “represalias de la gente del Polígono”.

“Tenía mucho miedo de que el acusado le pudiera hacer algo a él o a su familia”, enfatizó. “Desde 1991 llevo de Guardia Civil y nunca he amenazado o coaccionado a nadie, estoy en contra de ese tipo de actuaciones”, señaló otro.

“PACTO DE SILENCIO”

Un agente comentó que en ese lugar “ha habido por lo menos dos o tres homicidios”. A su entender, en el Polígono existe “siempre” una especie de “pacto de silencio”. “Siempre tienen miedo a hablar en esa zona, también sobre este hecho”, añadió.

Igualmente, señaló que el acusado se presentó en el cuartel de la Guardia Civil de Agüimes y dijo que le había dado “un par de bofetones” al hombre, pero que le dejó “vivo” cuando se fue.

Según otra guardia civil, J.C.L.R. “era una persona temida en el Polígono de Arinaga, eso es un secreto a voces”. Los agentes que registraron la vivienda del procesado explicaron que tenía “un gimnasio envidiable”. Además de que hallaron “mucho anabolizante”. “La casa no se la podía permitir una persona que no trabaje”, indicó otro.

Un agente resaltó que, al indagar sobre la autoría del fallecimiento del hombre, “los vecinos no le nombraban directamente [a J.C.], era un secreto a voces, pero nadie se atrevía a señalarlo”.

“CIUDAD DE DIOS”

Asimismo, uno de los miembros indicó que, en el marco de una investigación en 2007 e intervención telefónica de J.C.L.R. por presunto tráfico de drogas se detectó una escucha el 11 de noviembre, en que un “lugarteniente” del acusado le habló de que en 'Ciudad de Dios' --como llamaban al Polígono-- había aparecido un muerto y se apuntaba al 'Pelúo' [J.C.] como el culpable.

Por su parte, el responsable de la inspección ocular del cadáver aseguró que su muerte “fue bastante violenta” y “la víctima tardó en morir”. En su opinión, sus heridas no corresponden “con una caída”, sino de que “el puñetazo pudo causarle la muerte y le cogieron la cabeza y se la estamparon contra el suelo ”.

En los mismos términos se expresó uno de los seis médicos forenses que declararon, quien, al realizar la autopsia del cuerpo, constató que “le habían roto la nariz, que la tenía aplastada”. “La herida más grave para la causa de la muerte fue la de la parte frontal de la cara”, destacó, al tiempo que subrayó que una de las dos heridas laterales en su cabeza “es compatible con haberla estampado contra el suelo”.

A su juicio, “probablemente el hombre se pudo incorporar” y gritar o insultar y, posteriormente, caer. Tras analizar las fotos del levantamiento del cadáver y de la autopsia, un perito de la defensa negó que la herida en la nariz pudiera ocasionar el óbito e insistió en que el impacto en la cabeza tras caer “es suficientemente intenso” para la muerte.

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