Por Fogones
Mol Café, los bocadillos que hacen peregrinar al corazón de Schamann

Bocadillo de la casa

Javier Suárez

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Aunque les parezca mentira y a pesar del gran boom gastronómico que vive Las Palmas de Gran Canaria, no son tantos los sitios que destaquen por tener personalidad y propuesta propia a la hora de elaborar un buen desayuno. Pero poco a poco se está abriendo hueco gente joven con ganas de hacer cosas nuevas y emprender incluso en lugares que no parecen a priori los más adecuados para ello. Entre esos lugares llevaba mucho tiempo oyendo hablar de uno de ellos, Mol Café, que para más inri lo tengo a menos de cinco minutos en coche de mi domicilio, pero como suele pasar, lo que tenemos más a mano es a lo que menos valor le damos y ha llegado el momento de enmendar ese error.

Antes de escribir este artículo he hecho unas cuantas visitas al local de manera anónima y a diferentes horas y momentos del día, lo que me ha servido para llegar a la conclusión de que lo que me había llegado de ellos no solo era cierto sino que se quedaba corto. Aquí no sólo hay talento, hay mucho trabajo, esfuerzo e ilusión con una regularidad que es lo que de verdad marca la diferencia.

En Mol Café no elaboran bocadillos, los “cocinan”, y cuando digo eso es porque no se limitan a rellenar el pan con ingredientes, sino que hacen sus propias mermeladas que son parte fundamental y además arriesgan con sus elaboraciones. En esta casa no esperen encontrar bocadillos de “fuegos artificiales”, ya que no son especialmente vistosos a la vista sino que son muy sabrosos y contundentes, que es lo verdaderamente importante. Para ello tienen una amplia gama de panes entre los que encontramos el integral, de millo, de avena con pasas, artesano o integral, teniendo también opciones de pan sin gluten para todas aquellas intolerancias tan en boga a día de hoy.

Como les decía un poco más arriba, llevo varias semanas acudiendo al local para degustar los más diversos bocadillos, que cada día cambian. Con el pan de millo he probado los de plátano y crema de cacahuete cuya mezcla dulce salado es para resaltar, al igual que sucede con mi favorito hasta el día de hoy, el Cubanito, con una base de mermelada de plátano casera, plátano crujiente y un toque de sobrasada picante, que ayudaba a realzar cada bocado, es totalmente adictivo, lo reconozco.

Con los otros panes destacaría el de calabaza con queso azul, papaya con queso tierno, naranja con sobrasada, pimiento con queso rulo, queso crema con manzana crujiente y miel de flores, crema de queso rulo de cabra con bacon y pera confitada, o el de mermelada de piña con queso crema y almendra. Además, no los he probado solo en el local, también me he llevado a casa con la intención de mantenerlos hasta el día siguiente, y cuando los he regenerado con un toque de plancha, vuelvo a encontrarme ese pan crujiente y que demuestra calidad, nada mejor que dejar el pan de un día para otro para saber de su verdad en la masa.

Cuando uno va a Mol Café tiene que ir con la mente abierta ya que, como cuenta su propietario, Matías Hernández, llevan contabilizados más de 160 bocadillos diferentes desde que abrió sus puertas, “aunque aquí no puede fallar el bocadillo de la casa, elaborado con pan de avena con pasas y el relleno de tomate, guacamole casero y queso tierno o los de pan artesano con masa de pollo casera desmenuzada compaginada con diferentes ingredientes según el día”.

Matías me contaba con el brillo en los ojos de quien aún no se cree el sueño que está viviendo que cuando decidió abrir este local “aquí escondido en Schamann” tuvo claro una cosa: “Si haces un buen producto poniendo lo mejor de ti, la gente va a llegar a él. No por estar alejado iba a ser menos que otros sitios mejor posicionados, quizás eso me haría esforzarme aún más y fíjate, hoy somos nueve familias las que comemos de Mol Café abriendo solo por las mañanas, de lunes a domingo, festivos incluidos, eso sí”. 

Y del éxito doy fe porque he ido a las 06:30 de la mañana y ya hay gente cogiendo los desayunos para llevar, pero también he vivido en primera persona esas colas que les han hecho famosos pero que, gracias a la impecable organización, el buen hacer del personal siempre con una sonrisa y, sobre todo, con el que sabe que la espera merecerá la pena, todos hacemos de muy buen grado. 

Sobre ello Matías se emociona porque, como dice, es algo que aún me sorprende, que nuestra clientela entienda que no podemos ir tan rápidos como otros lugares pero que cuando les llega el turno de sentarse en la mesa ese es su momento y nuestro interés es en que sus bocadillos, tartas o galletas les hagan sentirse reconfortados. Estamos trabajando en nuevas ideas para aligerar esas colas que se nos montan después de determinada hora pero permíteme darles las gracias en mayúsculas a todos nuestros clientes y a nuestro equipo, sin todos ellos, Mol Café no tendría sentido”. Todo esto me lo contaba Matías a las 06:30 de la mañana, el mejor momento para charlar un ratito porque durante la jornada no tiene tiempo ni de levantar la cabeza.

Pero si impecables son sus desayunos, la parte dulce no hace más que subir el nivel y redondear la experiencia hasta tocar el cielo con las manos. Todas sus creaciones son caseras 100%, “salvo el bollo de San Mateo, que está dedicada a la figura de la madre de mi pareja, que ya no está con nosotros en persona y era una manera de honrarla y tenerla presente con nosotros. No paré hasta conseguir que ella compraba y desayunaba, sólo ese y ninguno que se le pareciera”. 

Ustedes que me leen ya saben de mi exigencia con los restaurantes en la parte dulce, ellos sufren mucho porque echo muchos bocados para atrás y siempre digo que es nuestro talón de Aquiles en la gastronomía canaria, pues aquí aún no he probado una tarta que no me haya gustado. La de limón, la de zanahoria y coco o la de piña colada, toda una declaración de intenciones porque cada una de ellas sabe lo que su nombre indica, pero es que la de espinacas y chocolate blanco marca un hito en cuanto a fusionar vegetales y dulces, propuesta que trabajan de manera habitual pero con diferentes sabores. 

Sobresaliente también su porción de bizcocho casero de plátano, el dulce de coco con maracuyá o las cookies, tanto la de avena con chocolate como la de chocolate blanco, limón y hierbabuena, donde cada matiz se siente. Top el almendrado y muy recomendable el mantecado de manises también. En resumen, podríamos decir que el mundo dulce en Mol Café tiene las mismas raíces y habla el mismo idioma que el salado tanto en variedad como en originalidad y calidad.

Si ya están pensando en ir les recomiendo que mientras más temprano mejor, su horario es de lunes a viernes de 06:30 a 12:30, mientras que los sábados, domingos y festivos se transforma de 08 a 13:00 cerrando sus cocinas media hora antes del cierre del local. Como valor añadido es que son Pet Friendly y se prohibe fumar tanto en el interior como en el exterior del local, “pensando en que todos nuestros clientes disfruten de un desayuno en condiciones tanto en sabor como en aromas, es algo que hemos querido preservar y que nuestra clientela ha entendido y comparte de manera convencida” nos confesaba Matías. 

Su dirección es c/Cádiz con esquina c/ Bailén 18, la cola de la clientela les indicará el lugar. 

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