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El jardín bicentenario

Jardín Botánico de Puerto de la Cruz

Noé Ramón

Santa Cruz de Tenerife —

¿Sabe que el aguacate que consumimos los canarios es resultado de las investigaciones llevadas a cabo en el Jardín de Aclimatación de La Orotava del que precisamente lleva su nombre? ¿Sabe que este es el segundo más antiguo de España sólo superado por el de Madrid? ¿Sabe que fue el primer atractivo turístico del Puerto de la Cruz? Si desconoce estas respuestas usted forma parte de ese amplio grupo de ciudadanos que considera al Jardín Botánico poco menos que una reliquia sin ningún interés.

Las cifras son elocuentes; de las doscientas mil personas que cada año visitan este parque, la gran mayoría son turistas y escolares y apenas cinco mil lo constituyen canarios que se atreven a adentrar de forma espontánea por el histórico recinto.

Pese a que son continuos los problemas a los que debe hacer frente el Jardín, sobre todo presupuestarios, en breve dará un salto de gigante. A principios de año está previsto que se inaugure y comience a funcionar un espectacular centro de visitantes, con restaurante, sala de exposiciones o tienda de recuerdos cuyo coste asciende a casi diez millones de euros. Obstáculos de todo tipo han dado lugar a que las obras se hayan eternizado desde el año 2007.

El ambicioso proyecto permitirá sumar unos 40.000 metros cuadrados más a los actuales 20.000. El visitante comenzará su visita a través del Jardín Histórico para adentrarse en un espacio tropical de nuevo diseño, con especies propias de ecosistemas más húmedos.

El proyecto fue diseñado por el estudio de Arquitectos AMP compuesto en la actualidad por Felipe Artengo, después del abandono de Fernando Menis y el fallecimiento de José María Rodríguez Pastrana. A mitad de 2007 se iniciaron las obras de la que sería la fase más compleja del proyecto; la construcción de un pabellón de visitantes de unos 1.200 metros cuadrados con dos plantas y sótano que acogerá una sala de exposiciones con cubierta acristalada por células fotovoltaicas. Habrá otra sala destinada a los escolares, dotada de laboratorio de prácticas, y una de audiovisuales, que tendrá la particularidad de poder modular los espacios por medio de grandes mamparas deslizantes. De esta manera se permitirá la celebración de congresos, reuniones de carácter científico y otras actividades.

En la planta primera del edificio habrá una biblioteca, cafetería y restaurante, igualmente dotada de cubierta acristalada con células fotovoltaicas y finalizada con una cubierta que se utilizará como mirador hacia el Valle de La Orotava y hacia la masa vegetal del propio Jardín. Pero el aspecto a destacar de las obras es el protagonismo que tendrá el agua sobre cualquier otro elemento ornamental, con varios torrentes que confluirán en un gran lago, cuya superficie será de 2.640 metros cuadrados, y un salto que caerá desde unos doce metros de altura. El caudal vertido en la cascada será recogido en un depósito abierto desde donde se filtrará y bombeará hacia el inicio de los cursos de agua.

Desde el año 2012, sólo falta acometer unos pequeños trabajos para conectar el Jardín nuevo con el histórico, pero lo cierto es que hasta ahora ha sido imposible recepcionar las obras. Un paso que según el actual director, Alfredo Reyes, se espera dar como muy tarde en la primera quincena de octubre. A partir de entonces se estudiará el modelo de gestión para lo que existe un borrador redactado por la empresa pública Gestur. En principio, todo apunta que lo más conveniente es dejar en manos privadas parte de las instalaciones como serían el restaurante o la tienda de regalos, con un perfil más enfocado al turismo. Los estudios recogen que la explotación será rentable, dado el volumen de visitantes que atrae el recinto.

Prueba del impulso que se quiere dar a las instalaciones es la reciente reunión celebrada con los nuevos representantes del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), organismo responsable de gestionar el Jardín. En este encuentro se acordó un calendario con el fin de desatascar unas obras que todo el mundo reconoce que se han eternizado, sin demasiado sentido. Ese mismo día Reyes se reunió con los representantes municipales del Puerto de la Cruz recién elegidos tras las elecciones. De cara al futuro también está pendiente una cuarta fase que supone la ampliación efectiva del Jardín, para lo que ya se han adquirido los correspondientes terrenos.

Pero si bien la explotación de las instalaciones de cara al turismo parece ya perfilada, el gran caballo de batalla de las sucesivas direcciones es garantizar una labor eficaz de investigación. La crisis ha afectado de forma significativa a esta faceta muy importante históricamente del Parque. “Hemos sufrido importantes recortes de personal”, señala Reyes, quien también ejerce como investigador.

En el Jardín se han estudiado un número ingente de plantas endémicas de Canarias. “Hay muchísimos grupos de extranjeros que vienen a aquí a investigar. Hablamos de un atractivo indudable”. Por ejemplo, recientemente permaneció durante dos meses un estudiante de la Universidad inglesa de Southampton que realizaba su tesis doctoral. Este joven centró su atención en un tipo de margarita propio de Canarias y que se puede encontrar en muy pocos lugares más.

Aunque el Jardín está ubicado en el municipio del Puerto de la Cruz todavía mantiene el nombre de La Orotava porque antiguamente formaba parte de esta localidad. Los responsables del recinto han conservado la denominación original pese a la confusión que puede generar. En cuanto al término Aclimatación su origen se encuentra en la intención de Carlos III de convertir el Jardín en un lugar de tránsito en el que acostumbrar a otros climas las plantas que llegaban de las regiones tropicales para luego introducirlas en la Península. Lo cierto es que en este aspecto el Jardín supuso un fracaso y nunca pudo cumplir con esta función. De hecho, hay muchas plantas que ni siquiera llegan a adaptarse al privilegiado clima del norte de Tenerife.

¿Es rentable el Parque? ¿Se tiene intención de que lo sea? El director señala que los gastos anuales se sitúan en 70.000 euros y se ingresan 500.000 euros. Pero si se suman las nóminas de los trabajadores la cifra se eleva a los 650.000 euros. “Hablamos de un déficit de 150.000 euros que yo creo que es fácilmente asumible”.

Reyes admite que falta una proyección de cara al exterior para que el Jardín sea más visitado y conocido. “Estamos intentando retomar los convenios que manteníamos con la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias y con varias administraciones para garantizar esta difusión a la sociedad”. Otro proyecto es utilizar las nuevas redes sociales y remodelar la página web con este mismo fin.

Reyes tiene claro cual es el mensaje que se debe lanzar para atraer a los visitantes: “El Jardín supone un viaje enriquecedor fuera de las fronteras de nuestras islas. Somos una puerta abierta a los paisajes tropicales del mundo, no sólo para los canarios que no puedan viajar sino también para los europeos”.

En el Jardín se ha producido un pequeño milagro. Cuando se realizó en su momento una nueva catalogación se descubrió un amplio abanico de especies desconocidas y únicas cuya denominación no era correcta. A la hora de elegir a la joya todo el mundo lo tiene claro. Este papel recae en un espectacular ficus situado en el centro del recorrido de casi 150 años. Pero no es la única especie que ha superado el siglo de vida.

Un poco de historia

Este año se cumple el 227 aniversario del Jardín de Aclimatación de La Orotava, cuyos orígenes se sitúan en una orden de fundación de 17 de agosto de 1788, por parte del rey ilustrado y absoluto Carlos III de España. El decreto también obligaba a los científicos recolectores en las colonias españolas del Nuevo Mundo a reunir plantas exóticas en este parque, y después de un periodo de aclimatación, trasladarlas a sus jardines reales de Madrid y Aranjuez.

El auténtico padre del recinto fue Alonso de Nava y Grimón, VI Marqués de Villanueva del Prado (1757-1832), del que existe un monumento en uno de los recorridos. El terreno fue un regalo de don Francisco Bautista de Lugo y Saavedra, Señor de Fuerteventura. Aunque el rey Carlos III de España murió en 1788, unos pocos meses después del decreto de la fundación, su sucesor Carlos IV de España también era favorable al proyecto. Así en 1790 empezaron los trabajos según planos del arquitecto Diego Nicholas Eduardo que dispuso zonas de siembra de formas geométricas, terminado el trabajo de diseño en 1791. Y las primeras 35 plántulas se sembraron en 1792.

El naturalista francés Ledrú, que visitó Tenerife a finales del siglo XVIII, fue el encargado de realizar el primer catálogo de especies cultivadas en el Jardín y propuso la ordenación sistemática de sus colecciones, basada en la clasificación de 1753. A partir de 1832, año en que muere Alonso de Nava, su fundador y primer director, el Jardín depende de varios organismos hasta que en 1983 se transfiere a la Comunidad Autónoma de Canarias, adscribiéndose posteriormente al ICIA. Un hito importante tuvo lugar en el año 2008 cuando fue nombrado Bien de Interés Cultural (BIC) con el fin de reconocer sus indudables méritos.

Uno de los principales objetivos del Jardín Botánico es la colección y conservación de las plantas, locales o exóticas, y la protección de las especies en riesgo de extinción. Además de las colecciones de ejemplares vivos, cuenta con un banco de germoplasma o de recursos fitogenéticos donde se conservan a 0º y a -18º C las semillas de la mayor parte de las especies endémicas de Canarias y un amplio banco de genes de especies con posible uso agronómico.

El Jardín, como institución científica, y a través de la Unidad de Botánica Aplicada del ICIA, realiza intercambios de germoplasma a nivel internacional, mantiene un Herbario dedicado especialmente a la flora canaria con más de 50.000 pliegos, y desarrolla varios programas de investigación sobre flora y vegetación de Canarias y sobre conservación de endemismos. Los fines son tanto académicos como enfocados al uso para la jardinería o plantas forrajeras.

Las colecciones de plantas ya etiquetadas que se muestran en el actual recinto histórico (más de 1.500 ejemplares), tienen una clara utilidad en la función educativa como recurso didáctico para escolares y alumnos en general. También pretenden crear sensibilización sobre la importancia del patrimonio natural de las islas y sobre la importancia de las especies tropicales.

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