Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.
HELLBLAZER# 141 Y KLASS
Hace unos años escribí, en esta misma sección –aunque con formato diferente- una larga reseña sobre un cómic que, por ceguera de la editorial encargada publicarlo en su momento, permanecía todavía inédito.
Dicho cómic debió ser publicado en una de las colecciones estrellas de la línea Vertigo, Hellblazer, protagonizada por el detective de los desconocido, John Constantine.
El responsable de la historia del Hellblazer# 141Hellblazer# era Warren Ellis, guionista británico, de sobra conocido por el mundo del fandom. Ellis había desembarcado en la colección en el número 134 y sus intenciones eran quedarse una buena temporada, sobre todo tras el éxito de series como Transmetropolitan.
Además, su llegada a la colección de John Constantine se antojaba como la más idónea para conducir las andanzas de un personaje tan particular como el mencionado. Y Ellis no decepcionó a los seguidores de la línea Vertigo, moviendo al personaje en los límites de lo “políticamente correcto” y siempre buscando la provocación y la respuesta en el lector.
De ahí que tras los sucesos del instituto Columbine, Ellis, decidiera contar una historia basada en los tiroteos que tenían como escenario los colegios e institutos de los Estados Unidos de América.
Para quienes no lo recuerden, dicho suceso se desarrolló durante la mañana del 20 de abril del año 1999, fecha en la que Eric Harris y Dylan Klebold asesinaron a doce estudiantes del instituto Columbine (Colorado) e hirieron a otros 23, antes de quitarse la vida.
Su macabro paseo por el que había sido su instituto fue recogido, por las cámaras de seguridad del centro, las cuales dejaron claro, no sólo el tremendo arsenal atesorado por los dos jóvenes, sino la premeditación y sangre fría con la que ejecutaron su crimen.
Al final, ambos se suicidaron en la biblioteca que antes habían sembrado de cadáveres, con la misma tranquilidad y aplomo que durante todo el tiempo que duró su mortífera cabalgata.
Las andazas de los dos sanguinarios adolescentes sirvió de base para el impresionante documental Bowling for Columbine, escrito, rodado y dirigido por Michael Moore Su demente masacre, antes y después del demoledor documental de Moore, dejó al descubierto la facilidad y permisividad con la que se logra obtener armas de fuego de gran calibre y enorme cadencia de tiro en los Estados Unidos.
Harris y Klebold tuvieron a su alcance un abanico de armas más propias de un soldado profesional que de un estudiante de instituto y todavía hay quien no se quiere dar cuenta de dicha realidad.
Hellblazer# 141 “Shoot”Hellblazer# -cuya fecha original de publicación debía ser en agosto de 1999, cuatro meses después de la masacre de Columbine- empezaba de forma clara directa: en la tercera viñeta de la primera página -de seis en total- se ve como un joven saca un arma de su mochila. En la cuarta, apunta a un compañero. En la quinta le dispara y en la sexta, coloca el arma en la sien, indicando que la próxima bala es para él.
Shoot contaba, además, con un magnífico dibujo de Phil Jimenez y Andy Lanning, el cual no hacía sino acentuar la verosimilitud y dramatismo de la historia contada por Ellis. El rostro que ocupa buen parte de la última página del relato no puede ser una muestra más elocuente de todo lo que se cuenta en las páginas anteriores. Sus ojos, vacíos de toda esperanza debieron conmocionar a quienes tomaron la decisión equivocada al prohibir la publicación de una historia como “Shoot”. Al final, decisiones como esta, acarrearon el abandono del guionista de la colección, tres números después.
Lo paradójico del caso es que en otros medios de comunicación si se reflexionó abiertamente y sin tapujos sobre las verdaderas causas de la tragedia de Columbine. De ahí que en series de televisión como Law & Order, Cold Case, Criminal Minds, NUM3ERS, Verónica Mars o Buffy the Vampire Slayer se hiciera referencia, más o menos directa a los sucesos de Columbine o se recrearon dichos sucesos, adaptándolos a la propia trama de la serie.
Incluso bandas de Rock como la liderada por siempre controvertido –pero igualmente incisivo y lúcido- Marilyn Manson llegaron a dedicarle un álbum completo, titulado Hollywood (In the Shadow of Valley of Death) a los sucesos de Columbine.
Además, la desacertada decisión de la editorial, solamente propició que los aficionados buscaran, por cualquier medio a su alcance la historia escrita por Ellis, sobre todo desde la popularización de Internet.
Europa tampoco ha estado exenta de este tipo de sucesos, tal y como lo demuestran los sucesos acaecidos en dos centros de estudios finlandeses en los últimos años. Sin embargo, su reacción no ha sido la de censurar contenidos sino plasmar una realidad que cada vez se presenta más desoladora.
Lo mejor, siguiendo con los modos y las maneras del viejo continente, es que una las propuestas que mejor han tratado temas como los desarrollados en el instituto Columbine, ha llegado desde un país tan pequeño como la república báltica de Estonia. En esta ocasión se trata de una película “Klass” (La clase) del director Ilmar Raag, también responsable del guión de la película.
La cinta sorprende por combinar los problemas que sacuden al país eslavo –en especial su sistema educativo- con sucesos homónimos, los cuales se han desarrollado en otras partes del globo.
Klass es un duro alegato contra la violencia, tanto física como psicológica que sufren muchos alumnos en los institutos de todo el mundo y las consecuencias que ello puede acarrear.
Para el personaje principal, Joosep, ir cada día a clase es un calvario, dado que el resto de sus compañeros están controlados por un cabestro ignorante y pendenciero llamado Anders. Día tras día, Anders y sus borregos, de ambos sexos, no se crean, descargan todas sus frustraciones adolescentes en las espaldas de Joosep, quien trata de evitar el castigo sin llegar a lograrlo.
Lo peor del caso es que, salvo una profesora, la cual tiene las agallas de desafiar al gallito de Anders, el resto de los profesores permanece ciego y sordo ante los atropellos de unos jóvenes que, a poco que los dejen, llegarán a utilizar la intimidación de las armas para salirse con la suya.
No obstante, la “omertá” que domina la clase se romperá cuando Kaspar decida intervenir. Kaspar es más inteligente, con tanto o más carisma que Anders y, encima, Thea, la chica más guapa de clase, está “loca por sus huesos”. En un principio, el joven no querrá buscar el enfrentamiento directo con Anders, pero el “gallito de la clase” no verá con buenos ojos este cambio de actitud con lo que, donde se acosa a uno, bien se puede acosar a dos.
Cierto es que este tipo de personas -y sé de lo que estoy hablando por propia experiencia- no son nadie sin el grupo; es más, la valentía es algo que desconocen casi por completo. Lo que ocurre es que llega un momento en que se termina por bajar la guardia y es, entonces, cuando personas con tan baja catadura moral, aprovechan para dejar salir sus más bajos instintos.
De todas las secuencias rodadas por Raag, aquella que se desarrolla en la playa es, con mucho, la más dura y la que más explica la actitud de las personas y cómo el miedo a sentirse solos les lleva a arropar la vejación a la que Anders somete a Joosep y Kaspar.
En un mundo distinto, los vómitos de Kaspar los tenían que haber sufrido todos los que contemplaron aquella sinrazón y no fueron capaces de alzar la voz, aunque está claro que no vivimos en un mundo justo. Al final, siempre hay un eslabón, un detalle que estos mediocres ignorantes olvidan y, en este caso, el detalle tenía que ver con el padre de Joosep, un militar que, si bien intentaba entender a su hijo, difícilmente lo lograba. Lo único que le importaba al progenitor era que su hijo entrenara para las competiciones de tiro al blanco, elemento que terminará por ser capital para la resolución de la película, aunque sin el maniqueísmo de otras propuestas.
Y es que, a diferencia de los sanguinarios sociópatas que asolaron el instituto Columbine, ni Joosep ni Kaspar están movidos por el afán de protagonismo ni por castigar al mundo de sus desgracias, como otros tantos pistoleros que han llenado los titulares de los medios de comunicación en las últimas décadas. Las armas, empuñadas por dos jóvenes adolescentes acaba por ser una consecuencia lógica ante una suma de despropósitos, abusos, mentiras, valores tiempo atrás olvidados y la inacción de un sistema educativo que premia a los mentirosos, a los miserables y los arribistas ante que a las personas honestas.
Las armas que empuñan los protagonistas son una solución, errónea, pero una solución, a fin y al cabo, ante la desesperación de quienes no ven salida para acabar con el infierno que les ha tocado vivir. Y una prueba de ello es que, antes de entrar en el comedor, dejan salir a Kerli, la “frekkie gótica de clase” capaz de mantenerse al margen de los delirios de Anders y los suyos.
Ilmar Raag rueda la masacre con esmero, mezclando la cámara lenta en los instantes previos con los ruidos, los gritos y el terror de quienes ven que todas sus bravuconadas de nada sirven ante el frío cañón de una pistola automática. Son unos minutos donde la desesperación de dos personas, sobre todo de Joosep, teñida de rabia, llenan el comedor del instituto de personas heridas o muertas, algunas inocentes –víctimas colaterales como una chica de otro curso o la novia de Kaspar- y otras que, hasta ese momento, se creían con el derecho a mortificar a Joosep, porque les parecía lo correcto.
Klass es una película que deberían ver, no solamente los estudiantes de los institutos de cualquier país civilizado que se precie, sino los padres de esos alumnos, dado que la actitud de Anders, de Paul, y del resto de impresentables que acosan a Joosep tiene mucho que ver con la educación, o la falta de ésta, que NO reciben en su casa.
Lo peor del caso es que son los acosados, Joosep y Kaspar, los que hablan de honestidad, de honor, de respeto, de la verdad frente a la mentira y no los profesores y los padres.
Puede que para muchos el tener un bar, o cientos, cerca de casa sea importante, pero, antes que eso, estaría bien tener un sistema educativo que enseñara a los alumnos que situaciones como las que se ven en Klass no se deberían dar NUNCA.
De no hacerlo, el infierno al que se ven sometidos Joosep y Kaspar se repetirá, una y otra vez, y la solución escogida por los jóvenes, tan bien.
Sea como fuere, Klass es una lúcida reflexión sobre los comportamientos de los seres humanos ante situaciones límites como las que se plasman en la cinta de Raag. Sus personajes son reales, cercanos, fáciles de identificar por cualquiera que haya pasado por un aula y, muy probablemente, haya asistido al atropello que unos pocos someten a una persona tildada de “diferente o rara”. Es cierto que la acción acaba por provocar el final, pero no es menos cierto que también se plantea que, si alguien le hubiera puesto freno a la situación en un determinado momento, el resultado hubiera sido otro.
Lo peor es la sensación de empatía que tienes, cuando ves a quienes se han burlado de Joosep con tanta saña, correr como un puñado de ratas asustadas y luego verlas caer bajo el fuego de sus armas. En los instantes finales, Thea es víctima colateral, pero igualmente culpable, al no haber sabido alzar la voz en defensa de Kaspar.
Puede que esté mal decirlo, pero uno, cuando los disparos cesan, no siente ninguna pena por los muertos que llenan el suelo del comedor, sino porque la decisión que Joosep y Kaspar asumieron NO era la más correcta para terminar con su situación.
Después es cuando todo el mundo se da golpes en el pecho y se rasga las vestiduras pero, ¿Y antes? ¿Es que no se pudo haber evitado una situación como ésta?
Sea como fuere, DC Comics rectificó su error inicial de no publicar “Shoot” gracias a la edición de Vertigo Resurrected# 1 “Shoot”Vertigo Resurrected# un número especial de 96 páginas en el que publica, por primera vez el relato de Ellis, además de incluir otras historias de la factoría Vertigo.
Tanto Vertigo Resurreted como Klass son dos obras muy recomendables para conocer cuál es la realidad del mundo en el que vivimos y dejar atrás la “actitud del avestruz”, escondiendo la cabeza ante los problemas que nos rodean.
La edición gráfica de Vertigo Resurreted se puede conseguir, aún, por medio del catálogo Previews y a un precio de $7,99 mientras que la película Klass está comercializada en España por Vértice Cine a un precio de 11,95 euros, precios bastante asequibles tal y como están las cosas.
El resto, como es costumbre, corre por cuenta de ustedes, aunque, esta vez, mejor que se preparen bien para lo que les espera.
© Phil Jimenez, 2014
© DC Comics, 2014
Agradezco a Warren Ellis sus respuestas a mis preguntas relacionadas con la historia del Hellblazer# 141 -durante el Salón del Cómic de Helsinki del año 2008-, a la Fundación Estona de Cine (Eesti Filmi Sihtasutus) y a la productora Amrion OÜ, la información, las facilidades y el material aportado para escribir la reseña sobre la película Klass.
Sobre este blog
Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.