El acusado de abusar de su hija de 12 años alega que lo hacía para ''revisarla''

Un hombre acusado de abusar sexualmente de su hija en días alternos desde julio hasta diciembre de 2007 cuando ésta tenía 12 años de edad argumentó hoy durante el juicio que lo hacía para “revisarla”, a fin de controlar si ella mantenía relaciones sexuales fuera de su vivienda en Las Palmas de Gran Canaria, ya que “salía mucho con sus amigas”.

“Yo lo hice para protegerla, no para hacerle daño, se me cruzaron los cables y pasó lo que pasó”, afirmó W.P.C., de 34 años de edad, de nacionalidad boliviana y en situación irregular en España, para quien la Fiscalía rebajó de 26 a 23 años de cárcel por un presunto delito de abuso sexual y otro supuesto delito continuado de violación, petición a la que se adhirió la acusación particular, mientras que la defensa solicitó una pena de 4 a 10 años de prisión por un presunto delito continuado de abuso sexual.

Durante el juicio celebrado en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas, el acusado admitió haber realizado tocamientos y prácticas sexuales a la niña cuando se encontraban a solas en el domicilio familiar, pero negó que quisiera obtener “placer sexual” con ello. Por su parte, la víctima pensó que su padre efectuaba dichas prácticas por si ella tenía “algún problema”, a pesar de que le molestaba que lo hiciera y le pedía que parara. “Me da pena y me siento culpable porque mi padre vaya a prisión por estos hechos”, añadió la menor, quien, no obstante, afirmó que “lo que menos” le ha “gustado de todo es que fuera” su padre el que le “hiciera esas cosas”.

Así pues, en el interrogatorio, el acusado aseguró que en 2007 tenía “problemas de comunicación” con su hija porque “ella quería salir” y él “no la dejaba”. Reconoció haber sometido a tocamientos a la niña con el objetivo de “revisarla” por si presentaba “alguna anomalía y para ”controlar si ella hacía algo fuera de casa“ porque ”llegaba tarde“.

“No me dijo que no le gustara”

“Yo la revisaba porque ella salía mucho con sus amigas”, indicó el procesado, que argumentó que ante sus prácticas “ella no decía nada”. “Ella no me dijo que no le gustara ni me dijo que la dejara”, comentó W.P.C., que negó tener “conocimientos tocológicos” y explicó que la niña se quedaba “inmóvil y callada” y “en ningún momento” la intimidó ni la golpeó.

Al término del juicio, W.P.C. pidió “perdón” y aseguró estar “muy dolido porque la niña esté sufriendo”.

Su hija, que actualmente tiene 13 años, explicó que la relación con su padre era “regular” y añadió que cuando no estaba su madre en casa él le decía que la “iba a revisar”, una situación que aconteció en diversas ocasiones durante el mes de agosto, septiembre, a principios de octubre y, finalmente, el 26 de diciembre, cuando el procesado se metió en la cama en la que la víctima se encontraba durmiendo y realizó prácticas sexuales con ella.

“Yo le dije que no lo hiciera porque me molestaba pero él lo seguía haciendo”, incluso las veces en las que ella lloraba, añadió la menor, que recalcó que no se lo contó a su madre “por miedo y por vergüenza”. Añadió que después de que su padre salió de la vivienda a raíz de su detención se encuentra “bien”.

Por su parte, la madre de la víctima y esposa del acusado señaló que la relación con su marido era “mala” en verano de 2007 y recordó que él fue condenado a la pena de seis meses de prisión por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Las Palmas de Gran Canaria por medio de sentencia firme el 23 de mayo de 2008 como presunto autor de un delito de maltrato en el ámbito familiar.

Dijo que tras discutir un día con su marido ella estaba llorando y su hija se le acercó y le comentó que W.P.C. le había “hecho algo”. De este modo, la mujer le dijo a su marido que “por qué revisaba a la niña” y “él dijo que lo hacía porque él era su padre”.

La madre de la niña relató que el 26 de diciembre entró en su casa y se percató de que ésta estaba “desordenada” y que su hija estaba “llorosa” pero se acostó porque llegaba “cansada” de trabajar. Al día siguiente, al regresar del trabajo, la vivienda estaba “limpia” y la niña “triste”. Al ir a la lavar la ropa halló un chándal de la pequeña manchado de sangre. “Le dije que si su padre se lo había hecho que agachara la cabeza y ella la agachó”, aseveró.

Testimonio creíble y no fabulado

Una de las tres peritos que comparecieron declaró que en la primera exploración realizada a la niña, ésta se mostró “asustada, muy confusa, vencida, cansada y dócil”. “No se acababa de explicar lo sucedido”, apuntó la médico forense, mientras que las psicólogas manifestaron que su relato de los hechos era “detallado, coherente y estructurado y refleja hechos vividos y no fabulados o inventados”.

La forense precisó que la niña no presentaba “lesiones externas” y agregó que durante la exploración “tenía miedo” y en un principio no confesó que el presunto autor fuera su padre pero sí lo reconoció al final y, según la experta, dijo: “Ya me encuentro mucho mejor, ya ha pasado todo”.

Además, las peritos añadieron que la niña “se siente culpable porque ella quiere verdaderamente a su padre”. Las psicólogas señalaron también que durante sus encuentros con la niña meses después se mostró “muy contundente”, “no tenía reticencia a hablar de su padre” y “presentaba sintomatología compatible con los hechos que narraba”.

En el juicio también prestaron declaración tres agentes de la Policía Nacional que instruyeron las diligencias del caso.

Por todo ello, el fiscal Pedro Gimeno retiró la acusación por presunto delito continuado de abusos sexuales y mantuvo la solicitud de imponer 8 años de cárcel por supuesto abuso sexual y 15 años de prisión por presunto delito continuado de violación, además de que reclama la prohibición al acusado de acercarse a la víctima durante 35 años y la inhabilitación para el ejercicio de patria potestad durante 12 años.

Asimismo, plantea que W.P.C. indemnice a su hija con 15.000 euros por los daños morales causados. El Ministerio Público señaló que el acusado reconoció en sus anteriores declaraciones judiciales y policiales los actos sexuales pero matizó que estos fueron “voluntarios”. El letrado de la acusación particular, Carlos Ruano, se sumó a lo solicitado por el Ministerio Público.

En cambio, el abogado de la defensa, Mariano Mesa, incidió en que su cliente asumió los hechos, pero reiteró que “no hubo violencia ni intimidación”, por lo que solicitó una pena de 4 a 10 años de cárcel por un supuesto delito continuado de abuso sexual.

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