¿Por qué se cambia la hora?
Para algunos es una hora más de sueño, para otros, una más de fiesta. Incluso hay quien acusa 60 minutos extra de trabajo. Lo cierto es que con el retraso de los relojes se pone fin al horario veraniego y se retorna a la hora correspondiente a la franja española peninsular, GMT +1 (una hora menos en Canarias). La explicación es bastante más pragmática que cualquier viraje hacia el solsticios o equinocios y tiene que ver con un ahorro de energía de hasta un 5%.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético (IDEA) dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, el ahorro en el consumo eléctrico que se alcanza entre marzo y octubre, cuando el horario se adapta a un mayor tiempo de luz durante el día. equivale a unos 300 millones de euros. De ellos, 90 millones corresponderían al potencial de ahorro de los hogares españoles, a razón de 6 euros por hogar, mientras que los 210 millones restantes son el ahorro potencial en los edificios del sector terciario y la industria.
La medida, obligatoria en toda la Unión Europea, surge durante la crisis del petróleo de 1973 y comienza a generalizarse, aunque de manera desigual, al año siguiente. En 1974, algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación.
A partir de 1981 se aplica como directiva europea, renovándose sucesivamente cada cuatro años. En 2001, el Parlamento Europeo convierte el cambio de hora en obligatorio con carácter indefinido, debido al “buen funcionamiento” de algunos sectores, como transportes, comunicaciones, pero también “otros ramos de la industria” que requieren de una “programación estable a largo plazo”.
La Novena Directiva establece con carácter permanente las fechas de inicio del periodo de la 'Hora de Verano' (cuando se adelanta el reloj una hora) y su fin (cuando se retrasa) que corresponden al último domingo del mes de marzo y al último de octubre, respectivamente.
La medida está “avalada” por las conclusiones de un estudio de alcance y efectos que se realizó a instancia de la Comisión Europea y que fue presentado al Parlamento comunitario en 1999. Este estudio concluye que la medida tiene “impactos positivos” no solo sobre el ahorro sino también en otros sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo y los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.