Canarias registra unos 138 casos de ELA, más de la mitad detectados desde 2019

Canarias registra unos 138 casos diagnosticados de ELA (esclerosis lateral amiatrófica), de los cuales poco más de la mitad, 72, que incluyen distintas variantes, han sido registrados entre los años 2019 y 2022, lo que supone una tasa de crecimiento anual del 27,87%. Con motivo de la I Jornada Conocer la ELA desde un enfoque interdisciplinar: importante y necesario, celebrada este miércoles en Las Palmas de Gran Canaria, la directora general del Paciente y Cronicidad del Servicio Canario de la Salud (SCS), Rita Tristancho, ha informado, además, de que esta enfermedad presenta una incidencia media de 1 por cada 50.000 personas y una prevalencia de 1 por cada 20.000 personas.

Tristancho ha recordado que para atender a los pacientes con ELA, el Servicio Canario de Salud dispone de unidades de atención a las enfermedades neurodegenerativas en los hospitales de referencia que ofrecen a los pacientes una atención multidisciplinar para facilitar el acceso a las especialidades médicas y recursos sociales y sanitarios del sistema, incluido el apoyo de asistencia social o de cuidados paliativos, si fuese preciso. Estas unidades comprenden un sistema para la valoración de la discapacidad de la persona afectada por esta enfermedad. Además, en Canarias se actúa de manera individualizada en los procesos de atención a pacientes con ELA, entre los que se incluye la atención psicológica tras el diagnóstico, según ha informado la Consejería de Sanidad en un comunicado.

La ELA es una enfermedad del sistema nervioso central que se caracteriza por una degeneración progresiva de las neuronas motoras del cerebro. Se trata de la tercera enfermedad neurodegenerativa en incidencia, tras la demencia y la enfermedad de Parkinson, siendo la enfermedad de neurona motora más frecuente en el adulto.

Actualmente, es una enfermedad sin tratamiento curativo, muy invalidante y con una esperanza de vida limitada para el paciente que la sufre, con necesidad de cuidados permanentes y cambiantes, además de problemas emocionales y psicológicos, que redundan en sus cuidadores y familiares directos, tanto en el ámbito personal como social y económico.