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Las banderas y el mito del carnet

Lidia Rodríguez

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Durante este 8 de marzo ha habido dos discursos que se han mezclado en redes sociales. Por un lado, los conflictos entre compañeras feministas que tienen discursos opuestos entre sí. Y, por otro lado, la presencia de determinados representantes de partidos políticos como Ciudadanos o Vox. Creo que no me equivoco cuando digo que la mayoría de las mujeres que acudimos a la manifestación del 8M somos incapaces de defender la violencia.

No hay justificación alguna para los actos de violencia. Pero también es importante recordar, en tiempos de Coronavirus, que acudir a una manifestación feminista en España es estar en un entorno seguro. Aunque suelo ir con amigas, las veces que me ha tocado ir sola la sensación es de paz absoluta. Nunca he encontrado un espacio en el que estando rodeada de personas desconocidas me haya encontrada completamente segura y protegida, aún estando sola, como en una manifestación feminista.

Dicho esto, no podemos obviar la intencionalidad de algunos políticos y partidos que mientras en la teoría intentan subirse a la ola por la que llevan luchando años los distintos colectivos feministas, en la práctica pactan con el fascismo y tienen discursos neoliberales. Ahí, es cuando vienen preguntas como “¿quién reparte el carnet?” o “¿acaso en la gestación subrogada no deciden las mujeres libremente?”. Es en ese punto, en el discurso de ‘la libre elección’ donde me revuelvo. Estoy revuelta del discursito de la feminista ejecutiva que se topa con el techo de cristal. Revuelta de que no se piense en las precarizadas, en las racializadas, en limpiadoras, en las Kellys, en las que sostienen el sistema.

La razón por la que muchas se enfadan cuando ven a Begoña Villacís (Cs) o miembros de Vox marchar en las manifestaciones del 8M es porque su discurso no es feminista. Lo repito por si no se entiende. No es feminista. Y aquí, te vienen con el “¿Qué pasa que solo las mujeres de izquierdas pueden ser feministas?”. No, no se trata de que ‘solo’ las mujeres de izquierdas puedan ser feministas. Es que la derecha no defiende posicionamientos feministas. No te puedes autoproclamar feminista y lanzar discursos de odio contra el colectivo LGTBI. No se puede ser feminista y querer eliminar la Ley Integral de Violencia de Género. No se puede ser feminista y defender la explotación de los cuerpos de las mujeres (en cualquiera de sus formas). No se puede ser feminista y pactar con el fascismo. Y ese punto el que ‘duele’.

En este punto, es necesario decir, que soy de las que tampoco se siente cómoda rodeada de banderas de ‘partidos de izquierdas’ en una manifestación del 8M. Da rabia ver cómo representantes políticos intentan llevarse el aplauso fácil y palmaditas en la espalda en un día en el que lo más correcto es sentarse al fondo de la clase.

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