Túnez básico: claves para armar un viaje al país norteafricano

Dos mujeres pasean por uno de los zocos de la medina de la ciudad de Túnez. David Stanley

Viajar Ahora

Túnez renace de sus cenizas y vuelve a abrirse al turismo después de años de incertidumbre marcados por la inestabilidad que dejó la llamada Primavera Árabe allá por el 2010. El atentado terrorista de 2015 en la playa de Susa hizo caer en picado la afluencia de viajeros al país que hoy vuelve a ver como las cifras de viajeros aumenta. Este pequeño país del norte de África siempre fue uno de los destinos más seguros del Magreb y, también, uno de los lugares más visitados por el viajero europeo. Plató recurrente de multitud de producciones cinematográficas (con producciones tan dispares que van desde la Guerra de las Galaxias a la Vida de Brian o En busca del Arca perdida), sus paisajes desérticos y sus viejas ciudades históricas son una fuente constante de sorpresas.

Su capital actual es heredera directa de Cartago y en su geografía se apelotonan viejas ciudades romanas, oasis, antiguos lagos de sal, pueblos blancos de herencia andalusí y antiguas fortalezas de barro construidas por remotas tribus bereberes. Y playas, como no. Pero Túnez es mucho más que su litoral mediterráneo. Ya tendremos oportunidad de sumergirnos poco a poco en la riqueza de este país con posts más específicos: nuestra misión, hoy, es hacer un recorrido por lo que no deberías perderte si planeas un viaje a este país fascinante; a este paraíso cercano.

CIUDAD DE TÚNEZ, SIDI BOU SAID Y CARTAGO.- La capital es un destino en sí mismo. Si tu viaje es de tres o cuatro días, te recomendamos centrarte en esta parte del país con alguna escapada al interior; si eres alguien con inquietudes culturales, sólo en las ruinas de Cartago te vas a pasar un día largo. En la capital, la joya de la corona es la Medina, núcleo histórico de la ciudad (Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1979) con monumentos dignos de una visita pormenorizada. Más allá de la Puerta de Francia, nexo de unión entre la vieja Túnez y la urbe colonial, se extiende un laberinto de callejuelas en el que sobresalen grandes construcciones como la Mezquita Zitouna, el Palacio del Bey, la casona Dar Hussein, las Madrazas, los viejos zocos o la casa del erudito Ibn Jaldún. Un imprescindible, aún si no eres mucho de ir a museos, es el Museo del Bardo, con imponentes colecciones púnicas (fenicias y cartaginesas), romanas y medievales -sólo por los mosaicos hay que ir sí o sí-. La ciudad Nueva se articula en torno a la Avenida Habib Bourguiba. Aquí se encuentran los edificios coloniales, las iglesias cristianas y algunos jardines a la francesa.

Camino de Cartago hay que detenerse en Sidi Bou Said, un pequeño pueblo de casas blancas y calles estrechas de raíces andalusíes que recuerda a ciudades costeras de Marruecos como Essauira. Las ruinas de la antigua Cartago ocupan una superficie enorme y emergen acá y acullá entre los nuevos barrios de la capital. Los lugares imprescindibles son el antiguo Teatro; las villas romanas; las Termas de Antonio; el barrio púnico y el imponente Museo Nacional de Cartago, imprescindible para interpretar la antigua ciudad y su evolución histórica. Otras visitas interesantes son el antiguo puerto cartaginés y el Anfiteatro, aunque quedan bastante a trasmano.

BULLA REGIA.-La antigua ciudad de Bulla Regia es una rareza dentro del mundo romano. En este lugar de la franja verde del país norteafricano, los romanos crearon una verdadera ciudad subterránea para huir de las altas temperaturas del lugar. Las casas se encuentran a una profundidad de cinco metros y contaban con todas las comodidades de las grandes domus romanas. En estas viviendas, algunas perfectamente conservadas, se localizan algunos de los mejores mosaicos de Túnez. También hay restos de grandes edificios en la superficie como termas o un teatro; pero lo verdaderamente interesante de este lugar son sus casas hondas que, seguramente, se hicieron sobre antiguas casas locales (como sucede en el sur).

UNA EXCURSIÓN POR CABO BON.- El cabo Bon es el extremo nororiental del país, que se adentra en el Mediterráneo a través de una estrecha manga de tierra que se acerca a apenas unos cientos de kilómetros de la costa sur de Italia (Sicilia). Este lugar es, sencillamente, increíble y casi da para un viaje de dos o tres días aunque con coche de alquiler puede hacerse una buena excursión en una jornada. Cuenta con espectaculares playas de arena clara, ciudades de importancia e importantes enclaves arqueológicos como las Cuevas Púnicas de El Haouaria, un complejo de grutas artificiales al borde del mar que servían como canteras de extracción de piedra para la construcción (fueron usadas por los cartagineses y los romanos), o las ruinas de Kerkouane, una pequeña ciudad fenicia que no fue ocupada tras la conquista romana y que, por ello, es única. El yacimiento, junto al mar, bien merece una visita y cuenta con un interesante museo. Toda esta zona de Cabo Bon hasta la ciudad de Kelibia (con un imponente castillo medieval con partes romanas y cartaginesas) es una sucesión de grandes y pequeñas playas sencillamente espectaculares. Algunos dicen que La Mansoura es la mejor playa del Mediterráneo africano. El pequeño pueblo de Hammamet tiene una medina interesante y buenas playas.

SUSA.- Es la capital turística de Túnez y tiene mucho que ofrecer. El enorme frente de playas que baja desde Cabo Bon es solo uno de los atractivos de una ciudad que tiene una de las medinas medievales más bonitas del Magreb con muchísimo que ver. El Ribat (Fortaleza) es uno de los mejor conservados del país y la red de callejas es una auténtica caja de sorpresas con grandes mezquitas y palacios con varios siglos a cuestas. El Museo Arqueológico de Susa también es digno de visitarse –muy buenos los mosaicos púnicos y romanos- aunque si tienes que elegir quédate con el Dar Essid, una antigua residencia de una de las familias más ricas de la ciudad que muestra la vida cotidiana de las élites locales hasta la colonización francesa. Las antiguas catacumbas y la Kobba (antiguo mausoleo islámico) completan una oferta de edificios históricos más que notable. Dicen que Susa es el mejor ejemplo de ciudad islámica temprana del Magreb. Y después están las playas, claro está.

SBEÏTA.- Para amantes de la arqueología con mayúsculas. La pequeña Sbeïtla se encuentra junto a los restos de la antigua ciudad romana de Sufétula, una de las mejor conservadas de todo el mundo y una de las pocas dónde aún pueden verse edificios casi enteros aún en pie. La ciudad moderna no tiene mucho que ver, pero en la ciudad romana te puedes pegar un día entero recorriendo sus calles, viendo sus templos (los mejor conservados del norte de África) y admirando maravillas como los mosaicos de las villas o el fantástico Teatro.

CHEBIKA Y LOS OASIS DE MONTAÑA .- El Oasis de Chebika es un auténtico milagro. A más de 400 kilómetros de la capital y ya cercano a la frontera argelina, este palmeral alimentado por las aguas que surgen de un estrecho cañón cuajado de cascadas y pozas dónde es posible darse un buen baño. El lugar fue puesto fronterizo sur del Imperio Romano y, después, asentamiento de bereberes que construyeron una de sus características ciudades de barro. La nueva Chebika se encuentra a las puertas del palmeral. La entrada al oasis es gratuita aunque te digan lo contrario los guías de fortuna que te acosan a la entrada. Hay un sendero circular que te permite explorar el cauce del riachuelo, los saltos de agua, la antigua ciudad de barro y las alturas de la pequeña sierra que alimentan esta inesperada mancha verde en pleno Sahara. Desde aquí también se puede acceder a otros oasis como los de Tamagzah y el Cañón de Mides, que prácticamente no visita nadie.

LA MEDINA DE TOZEUR Y CHOTT EL JERID.- Tozeur se encuentra en el extremo sur del país, al borde de un enorme lago de sal y a las puertas de una de las regiones más desérticas del mundo. Tozuer era uno de los ‘puertos’ más importantes de las rutas caravaneras que cruzaban el Sáhara desde el corazón de África. Construida junto a un oasis, es famosa por su arquitectura tradicional en la que predomina el ladrillo de barro y las casas de adobe. Muchos llegan aquí para ver algunos de los escenarios de La Guerra de las Galaxias. El exterior de la Granja de los Lars se encuentra a pocos kilómetros al oeste de la ciudad; el extremo oeste del Parque Nacional Dghoumes -cañón de Sidi Bouhlel- se rodaron las escenas del encuentro de Luke Skywalker con Obi Wan Kenobi en ‘Una nueva esperanza’ y la carrera de vainas de ‘El despertar de la Fuerza’ y en medio de la nada se encuentran los decorados aún intactos del puerto espacial de Mos Spa, el lugar dónde Obi Wan y Luke Skaywalker alquilan el Halcón Milenario a Han Solo.

El Chott El Jedrid es la otra gran atracción de la zona; una enorme planicie de sal que se encuentra bajo el nivel del mar con algunas zonas inundadas y una increíble paleta de colores. Esta zona estaba conectada con el Mediterráneo, pero un terremoto lo aisló y el sol fue secando el agua. Esta enorme planicie también fue protagonista de algunas escenas de El despertar de la Fuerza, la cuarta entrega de la Guerra de las Galaxias.

ISLA DE DJERBA.- Este trozo de desierto a pocas millas del continente es un mundo diferente en sí mismo. En esta isla desértica hay impresionantes playas y pueblos de adobe que también formaron parte del universo de la Guerra de las Galaxias. Un pequeño edificio cercano al embarcadero de la isla fue la taberna de Mos Eysley durante ‘Una nueva esperanza’: aquí fue dónde se encontraron por primera vez Luke Skywalker y Han Solo. En la isla hay varias fortalezas islámicas y viejas ciudades con una presencia importante de comunidades judías.

LAS CIUDADES DE BARRO DEL SUR.- Matmatat, Medenine, Tataouine y Hadada son antiguas ciudades bereberes del sur del país dignas de verse por su imponente arquitectura de barro. Pero la gente que baja hasta aquí, ya a dos pasos de las arenas del desierto, viene en busca de los escenarios del Planeta Tatooine, hogar de la familia Lars, los tíos de Luke Skywalker. Las viejas ciudadelas de adobe se convirtieron en el barrio de esclavos donde pasó su infancia Anakin Skywalker; las casas del puerto espacial de Mos Espa o la granja de los Lars, que aún puede visitarse en Medenine, una curiosa población de casas subterráneas.

Fotos bajo Licencia CC: Dennis Jarvis; Institute for the Study of the Ancient Worl; David Stanley; Verity Cridland; Andrew Skudder; Keith Roper; Eric Demang; Ena Tounes; Thomassin Mickaël

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