Pirámides, playas, viejas ciudades coloniales y momias reales: una ruta por la costa norte de Perú

Visitantes en la Huaca de La Luna, obra cumbre de la cultura Chimú. Warren Talbot (CC)

Viajar Ahora

Hay Perú al norte de Lima. Y mucho. Muchísimo. La inmensa mayoría de los viajeros que se internan por la geografía peruana centran sus esfuerzos en la capital, el Cuzco, el Valle Sagrado (donde reina la mítica Machu Picchu) y pica allá y acullá para dejarse caer por Arequipa, Nazca o el Titicaca. El norte es tierra para viajeros y locales; pocos son los turistas que van más allá de Lima salvo un salto breve a Trujillo y poco más. Y no saben lo que se pierden. Enormes ciudades de adobe; centros históricos coloniales; nadar con tortugas; playas interminables de arena fina; imponentes tumbas de reyes que reinaron muchos siglos antes de que los incas empezaran a balbucear sus primeras palabras…

La Carretera Panamericana sirve de eje conductor de este viaje por la costa norte peruana. Obviaremos el interior: lo dejamos para otra ocasión. Perú es un universo en sí mismo; las costas no tienen nada que ver con el mundo serrano (la Cordillera andina) y aún menos con las regiones amazónicas. Cerca quedan lugares increíbles como Chachapoyas, la mítica Kuelap o los sarcófagos de Karajila o el imponente salto de Gocta, que con sus más de 770 metros de caída libre es la tercera catarata más alta del mundo. Nos concentraremos en el tramo de costa que media entre Trujillo y Máncora; 609 kilómetros de ruta que conectan uno de los trozos de costa más auténticos de esta parte de Latinoamérica en la que las grandes extensiones de desierto se interrumpen por verdaderos oasis formados por los cauces que bajan desde la Cordillera.

UNA PEQUEÑA GUÍA DE TRUJILLO .- La ciudad de Trujillo es la puerta de entrada al norte del país. Comunicada con Lima por la carretera Panamericana (unas 10 horas en autobús -559 kilómetros-) es un destino recurrente para mochileros y viajeros independientes; esos que saben que Perú es mucho más que lo que rodea al Cuzco, Macchu Picchu y Lima. Trujillo es una ciudad pequeña; al menos lo que hay que ver. Apenas una cincuentena de cuadras que quedan rodeadas por la Avenida de España, una gran vía circular que sigue el trazado de las antiguas murallas de la ciudad (de las que quedan algunos lienzos en pie). Dentro de esta especie de ovalo e concentran antiguas casonas coloniales, conventos, iglesias y palacios que hablan de los casi tres siglos que el Perú fue parte de una España gigantesca. Una de las más bonitas ciudades españolas a dos pasos de Chan-Chan, una de las ciudades prehispánicas más grandes de todo el continente americano.

En este lugar de la costa se desarrollaron tres culturas fundamentales para la historia peruana: la Cupisnique (1500 – 1000 aC), la Mochica (100 aC – 700 dC) y la Chimú (800 – 1200 dC –justo antes de la eclosión incaica). Chan Chan, la ciudad del ‘Sol Resplandeciente’ es el gran reclamo de los que llegan hasta este lugar. La antigua capital del reino Chimú ocupa más de 20 kilómetros cuadrados y es la ciudad de adobe más grande del mundo. Los restos de la urbe son, sencillamente, impresionantes. Se han localizado nueve grandes palacios (ciudadelas), que eran las residencias de los reyes y, tras su muerte, de los administradores de su herencia (Nik An es la única que puede visitarse); enormes huacas o templos (como la del Higo, la de Las Conchas y Huaca Esmeralda) y multitud de edificaciones de barro que, según los arqueólogos, eran residencias de las clases altas y nobiliarias de la sociedad Chimú.

Para encontrar el otro gran rastro de la cultura Chimú hay que viajar hasta ribera sur del Río Moche, dónde se encuentran las huacas del Sol y de la Luna (Horario LD 9.00 – 16.00; E-mail: huacasdemoche@huacasdemoche.pe), dos enormes complejos religiosos que actuaban como centro ceremonial de la cultura chimú. Los trabajos arqueológicos han sacado a la luz imponentes pinturas murales y estructuras muy complejas de adobe que ponen de manifiesto no sólo la capacidad organizativa y de trabajo de los chimú, sino de su compleja cosmogonía religiosa que incluían numerosos sacrificios humanos en honor del Dios Degollador. En el complejo hay un pequeño museo de sitio en el que hay una buena colección de objetos vinculados al lugar.

Cuando los españoles fundaron Trujillo –en honor a la patria chica de Francisco Pizarro-, poco quedaba del antiguo esplendor de la capital chimú; la nueva etapa gloriosa de la ciudad llegaría en forma palacetes coloniales, grandes conventos e iglesias de la talla de la Basílica Catedral (Plaza de Armas, sn; Tel: (+51) 976 909 049) una de esas joyas del barroco colonial en la que pueden verse trazas de la cultura local. Como sucede en otras poblaciones coloniales, la Plaza de Armas es el corazón del típico trazado hispano de paralelas y perpendiculares (heredado de los campamentos romanos). Aquí se encuentran los edificios más importantes; casi todos de tiempos de los españoles y pintados de colores vivos, lo que acentúa su belleza. Como la Casa de la Identidad Liberteña (Calle Jirón Diego de Almagro), antigua y preciosa sede del ayuntamiento en época virreinal –con enormes balconadas de madera-y hoy reconvertida en centro cultural; la Casa Ganoza Chopitea (Calle Jirón Orbegoso 451), con sus característicos ventanales enrejados o la Casona Minka, hoy reconvertida en uno de los mejores hoteles del norte del Perú ( Hotel Libertador ). Hay grandes casas y palacios por todos lados. Una de las imperdibles es el Palacio Iturregui (Callé Jirón Francisco Pizarro, 688) que permite ver por dentro una de estas casonas y conocer cómo vivía la clase alta criolla (de origen español) hasta prácticamente antes de ayer. Esta parte de la ciudad es una sucesión de fachadas bonitas e impresionantes patios interiores.

Una de estas casonas españolas alberga el Museo Arqueológico de la UNT (Junín, 682; Tel: (+51) 044 474 850; Horario: LS 9.00 – 17.00, DyF 9.00 – 13.00), que atesora buena parte de los restos arqueológicos que han aparecido en Chan Chan y en las huacas del Sol y de la Luna y restos de otras culturas norteñas incluida la presencia incaica en la región. Imprescindible para los que gustan de este tipo de cosas –como nosotros-. La iglesia también dejó buenos lugares que ver. Como el precioso Convento de Santa Clara (Junín, 449) o la Iglesia de la Compañía de Jesús (Jirón Independencia, 301; Horario: LV 9.00 – 13.00), otro buen ejemplo de la combinación de elementos indígenas y europeos e una construcción compacta pero muy bonita.

A DOS PASOS DE TRUJILLO

Playa de Huanchaco .- En esta playa te vas a encontrar con los famosos ‘caballitos de totora’, peculiares balsas cortas elaboradas con paja (como la que se utiliza en el lago Titicaca) que son usadas por los pescadores para cabalgar sobre las olas y pescar más allá de la influencia de la ‘resaca’. En Huancacho, aparte de ir a la playa, también se puede comer buen pescado y marisco.

Complejo Arqueológico de El Brujo .- El Brujo (Acceso de Magdalena de Cao; Tel: (+51) 990 303 730; Horario: LD 9.00 – 17.00; E-mail: info@elbrujo.pe) es otro de los tesoros del norte peruano. Aquí se encontró la tumba de la Señora de Cao, una alta dirigente de la sociedad moche que fue enterrada con un rico ajuar de oro y piedras preciosas y semipreciosas. No se sabe muy bien quien fue la señora de Cao (posiblemente una gobernante o una alta sacerdotisa), pero su tumba (sencillamente impresionante por su decoración) pone de manifiesto la complejidad de la sociedad moche. El barro aquí sirvió para crear grandes estructuras decoradas con relieves y pinturas murales. También se ha construido un pequeño museo de sitio en el que se exhiben una buena parte de las piezas descubiertas incluida la momia de la Señora de Cao.

La ola de izquierda más larga del mundo .- A pocos kilómetros de El Brujo se encuentra la playa de Puerto Chicama, famosa entre los surferos de todo el mundo por tener una de las mejores olas del planeta.

CHICLAYO, EL SEÑOR DE SIPÁN Y LAS PIRÁMIDES DE TUCUMÉ .- Chiclayo se encuentra a 213 kilómetros de Trujillo. Como otras ciudades peruanas cuenta con un pequeño centro histórico colonial con edificios de interés que datan de la época virreinal (como la Catedral de Santa María o la preciosa Ermita de La Verónica) pero la inmensa mayoría de los viajeros que llegan hasta aquí lo hacen atraídos por el fastuoso Museo de las Tumbas Reales del Señor de Sipán (Avda Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, 895 –Lambayeque-; Tel: (+51) 074 283 978; Horario MD 9.00 – 17.00; E-mail: tumbasdesipan@hotmail.com), un gobernante mochica del siglo III que se hizo enterrar junto a un tesoro maravilloso y ocho sirvientes sacrificados ex profeso que fueron encontrados intactos; esto es sin saquear. En torno al hallazgo se ha montado el que es el mejor museo de sitio de Sudamérica –y lo decimos así con todas las letras- aunque creemos que ha sido un error no hacerlo en Huaca Rajada, el lugar dónde se encontró la tumba –ver mapa-; hay tours que combinan las dos visitas. A 33 kilómetros de Chiclayo se encuentran las Pirámides de Tucumé (Tel: (+51) 074 830 250; Horario: LD: 8.00 – 17.00; E-mail: museotucume@hotmail.com), un impresionante complejo de pirámides de barro de la cultura Lambayeque, que surgió tras el colapso de los mochicas. Otros lugares de interés muy cerca de Chiclayo son la Playa Pimentel (Acceso por Ruta 6), un extenso arenal con una activa comunidad de pescadores tradicionales (aquí también pueden verse caballitos de totora) y la Reserva Natural de Chaparri (Acceso por Ruta A6 hasta Chongoyape; Tel: (+51) +51 074 978 896 377; E-mail: info@chaparrilodge.com ), una ecoreserva gestionada por grupos locales dónde puede verse al esquivo oso andino de anteojos.

MÁNCORA Y LAS TORTUGAS DE EL ÑURO.- Máncora es un mito playero que trasciende al propio Perú. Paraíso y punto de descanso de los mochileros que van en tránsito hacia Ecuador. Máncora es un verdadero paraíso para los amantes de la playa; antiguo puerto de pescadores que se hizo famoso por sus olas y que ahora es uno de los balnearios más importantes del país, Ideal para descansar unos días y alternar playa y alguna escapada a las atracciones cercanas, como Los Órganos, un antiguo pueblo de pescadores dónde se come un ceviche digno de dioses; Ñuro, otro enclave de hombres y mujeres de la mar famoso por el cariño con el que sus gentes tratan a las tortugas marinas y que atrae a miles de personas al año que pagan unos soles para nadar entre estos magníficos animales o Los Zorritos, dónde hay pozas de barros medicinales dónde uno puede retozar antes de darse un chapuzón en las aguas frías del pacífico peruano.

Un viaje a los manglares de Tumbes .- Tumbes es una ciudad con honda significancia histórica para los españoles y los peruanos. En el centro hay un par de edificios coloniales pero no mucho más… Pero aquí fue donde Pizarro trazó la línea con un palo en la arena y dijo aquello de “por ahí se va al Perú y a la gloria” y tal y tal… Hoy el mayor atractivo de Tumbes es alargarse hasta el Estero Matapalos para ver, primero, como las tierras pardas se van transformando en frondas verdes y, después, visitar el Santuario Nacional de Los Manglares de Tumbes (Acceso por Tel: (+51) 072 526 489; E-mail: snmanglaresdetumbes@sernanp.gob.pe ), una maravilla natural en la que se pueden ver, entre otros muchos bichos de toda ralea, cocodrilos americanos. El manglar es un bosque único que crece en el agua en el que se combinan aportes marinos y de fuentes de agua dulce. Una maravilla que, en este caso, marca la frontera con Ecuador… Una frontera en disputa que ha provocado algunos sobresaltos; pero ahora las cosas están tranquilas.

Fotos bajo Licencia CC: Gustavo Jeronimo ; Jonathan Hood ; Javier Távara ; Gustavo M ; Diane Strasbaugh ; Véronique Debord-Lazaro ; Alicia0928 ; Jorge Gobbi ; Warren Talbot

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